domingo, 13 de noviembre de 2022

Fulmar

Fairey se había hecho un nombre en los años 20 y 30 fabricando sobre todo biplanos para la marina británica. Pero a mediados de los 30 entraron un poco en la modernidad haciendo el más bien malejo Fairey Battle, un monoplano terrestre de bombardero ligero. Insistiendo en la idea, construyeron dos prototipos del Fairey P.4/34, bastante similares al Battle, para otro concurso de otro bombardero/ataque cercano terrestre, pero lo perdieron.

 

Cosas del azar. El único Fulmar que queda es el prototipo, que se convirtió también en el primer Fulmar Mk I de producción y fue posteriormente modificado a Fulmar Mk II. Fairey se lo quedó y lo utilizó como avión para todo hasta finales de los 50. Tras volver a restaurarlo con marcas militares y volarlo en exhibiciones se regaló al Museo del Arma Aérea de la Flota en 1972, donde sigue. Yeovilton, Inglaterra, 2010.


Entonces decidieron que el diseño se podía adaptar para la marina, que quería un caza biplaza de observación y defensa áerea de la flota. El nuevo Fairey Fulmar (por un bicho plumífero del ártico similar a una gaviota) voló en 1940 y seguía teniendo la pinta general del Battle, pero con alas plegables y equipo para volar desde los portaviones. Todos ellos los había diseñado el ingeniero belga Marcel Lobelle, que llevaba en la empresa desde sus comienzos en la Gran Guerra.

 

El Fulmar tenía un motor de potencia similar al Hurricane Mk I, pero era más grande y sobre todo mucho más pesado (4.600 kilos máximo al despegue frente a 3.000). Entre la complicación de las alas plegables y el llevar piloto y observador/navegante/radio (para la marina era imprescindible esa labor en el mar) se explica el mayor peso.


El nuevo avión, comparado con los cazas terrestres que había entonces, era bastante más lento y menos maniobrable. El prototipo apenas conseguía 370 km/h, mucho menos que un Hurricane o un Spitfire. Con algunas mejoras aerodinámicas y un motor Rolls-Royce Merlin VIII de  1.080 HP adaptado para baja cota consiguió llegar a los todavía muy escasos 426 km/h. 

 

El Fulmar era un avión moderno, monoplano todo metálico con revestimiento portante. Sólo llevaba entelados los elevadores y el timón. Es mucho más avanzado que su antecesor biplano Swordfish, que se ve al fondo, y que es mucho más famoso.


Sin embargo la Marina de Su Majestad estaba conforme. Los alemanes no tenían portaviones  que oponerles, y el armamento pesado (para entonces, 8 ametralladoras de 7,7 mm) junto con el largo alcance (1.260 km) se juzgaron más importantes que la velocidad o la maniobrabilidad. Además estaba disponible para su fabricación inmediata, era robusto y se adaptaba bien a las duras condiciones de operación en portaviones.

 

A las tripulaciones en general les gustaba el Fulmar. Era duro, les daba seguridad en los portaviones con su tren ancho y algunos consiguieron varias victorias en el aire.

Así que el Fulmar se puso en servicio a mediados de 1940. Y en algunas ocasiones sus características vinieron bien, por ejemplo cuando se lanzó la búsqueda del acorazado alemán Bismarck en 1941. Tampoco le fue mal en las batallas del Mediterráneo durante 1941-42. Pero cuando los enviaron al Pacífico en 1942 para luchar contra los japoneses, aunque eran versiones mejoradas Mk II más potentes, los Zero les dieron palpelo. Así que los empezaron a quitar de primera línea, pero siguieron volando casi hasta el final de la guerra. Se hicieron 600. 

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