Habitualmente en los helicópteros se hace girar el rotor propulsando su eje. Pero hay otro modo, que es propulsando directamente las palas. Se han hecho muchos intentos, algunos muy originales. Stanley Hiller, un pionero yanqui de los helicópteros, se dio cuenta de que una de las maneras más sencillas era poner pequeños estatoreactores en el extremo de las palas. El Hiller Hornet fue un helicóptero experimental para probar la idea, que voló en 1950.
Sobre el papel, las ventajas son muchas. Te ahorras pesados motores, transmisiones, y como no hay par, el rotor de cola. Desafortunadamente los inconvenientes son todavía mayores. Los reactores son sencillos (sin partes móviles), pero necesitan un flujo de aire muy rápido para funcionar. Gastan muchísimo combustible (unas diez veces más que un motor de pistón equivalente). Además hacen un ruido horroroso. Por último, la velocidad del helicóptero era baja, su alcance limitado, y el manejo más delicado en auto-rotación que otros helicópteros.
Así que Hiller sólo hizo un puñao para el ejército y la marina yanquis. Los probaron, vieron lo que había, se acabó. Hubo algún otro helicóptero con propulsión a las palas, pero parece que el invento ha perdido frente al helicóptero convencional.
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