Conozco pocos chismes tan genuinamente raros como el Nagler-Rolz
NR 54 V2. Intenten abstraerse del velero de detrás, un Grunau Baby
amarillo, y de una pala de rotor blanca que cruza paralela al ala del velero y
por debajo. Lo que ven es un pequeño helicóptero
portátil. Sobre una plataforma triangular con ruedas está montado el
asiento negro del piloto (de cara), que va acoplado al mástil que sostiene el
rotor de dos palas. Detrás se puede ver una cola con deriva fija, para dar
estabilidad longitudinal.
Dos pequeños motores monocilíndricos de 8 CV montados en el rotor impulsan dos hélices, que hacen girar el rotor sin par.
Y por tanto no hay necesidad de rotor antipar en la cola. El tronco de cono del
centro es el depósito de gasolina. Sólo hay dos mandos: gases y una palanca para inclinar el rotor en la
dirección deseada de vuelo. Y no hay más.
Bruno Nagler, un pionero austríaco de las alas rotativas,
creó esta cosa por encargo del Ministerio del Aire nazi en 1943. La idea que un hombre pudiera
llevar desmontado el helicóptero (36 kilos) y luego poder volar una hora / 50 km.
Aunque se probó en el suelo, nunca llegó
a volar. Los motores sujetos a fuerzas centrífugas tenían muchos problemas
de carburación.
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