martes, 28 de septiembre de 2021

Wildcat

Siguiendo con la saga felina, el Agusta - Westland AW159 Wildcat (gato salvaje) es esencialmente un Westland Lynx modernizado que voló en 2009. La puesta al día se refleja en el fortunón que cuestan, del tipo de 30 millones de pepinos cada uno, en adelante. La empresa multinacional Leonardo hasta ahora ha conseguido colocar sólo unos pocos, fundamentalmente a los británicos (34 al ejército y 28 a la marina) y unos poquitos a Corea del Sur (8) y Filipinas (2).


Un Wildcat en exposición. Delante se ve un torpedo antisubmarino moderno MU90 Impact. Cada uno cuesta casi 4 milloncetes, incluyendo costes de desarrollo. Así que no tirarán muchos. Farnborough, Inglaterra, 2018.

La razón del pastón es que se supone que el chisme es capaz de hacer prácticamente de todo, para lo que va atiborrado de tecnología. Hablamos de cometidos guerreros, claro. Incluyen capacidad anti-buque, anti-submarino, vigilancia, evacuación, puesto de mando, soporte logístico y transporte táctico, entre otras funciones. Y aunque lo bélico no es mi favorito, la verdad es que impresiona que los chismes de la marina están pensados para hacer las tareas de los del ejército y al revés, cambiando poco más que las cargas (imagino que también la tripulación).

En la proa lleva un sensor electro óptico arriba y un radar debajo. A la izquierda, un Martlet, uno de los misiles aire-superficie que puede disparar. Uno tiene la sensación de pasear por un super de armas.


El helicóptero en sí se parece al LynxDeriva del Super Lynx y se diferencia por el estabilizador horizontal con dos derivas que lleva en la cola. El rotor antipar es nuevo, y el fuselaje está reforzado. Los dos motores son más potentes, claro. Se denominan LHTEC CTS 800 y están hechos por Rolls-Royce y Honeywell, con 1.362 HP cada uno y accionan por una transmisión nueva un rotor de cuatro palas moderno.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Falke

Restauración (2)


Estamos digamos más o menos en medio del fenomenal lío que supone entelar y remozar el Falke. Les cuento los últimos progresos. A medida que vas dejando las superficies del avión listas, y sobre todo cuando empiezas a entelar, te vas animando. Y eso que todavía queda mucho. Poner por ejemplo el primer paño de tela al timón de dirección es un hito que te deja muy contento. Especialmente porque queda bien.


Arriba, el timón de dirección ya lijado y preparado recibe su primera mano de pegamento. Vean la reparación. Abajo, comenzando a entelar, está pegado el borde de ataque.

Para llegar ahí hay que echar incontables horas de preparación. Y digo incontables porque pueden ser las que quieras, literalmente. Al final es un balance entre coste y beneficio. Por poder, se puede llegar a una terminación casi perfecta: pero la tela tiene la mala costumbre de mostrar cualquier defecto, granillo, grieta o irregularidad en la superficie. En nuestro caso, preferimos un acabado simplemente bueno a ganar un concurso en Oshkosh.


Arriba, elevadores lijados y preparados. Abajo, pegando el intradós.

Bueno o mejor, salvo que admitas un acabado malo y crudo, hay que tener muchísima paciencia para quitar las capas de pintura, imprimación y pegamento. Esto se hace a base de productos especiales y de lija. A mano, claro. Lo grueso, utilizando trapos con disolventes y decapando con espátula. Y lo fino, con lija. Ambas cosas llevan mucho tiempo. Esto último se puede hacer en buena parte con una lijadora orbital y docenas de discos de lija (que máquina más útil). Como en todo, se aprende: al final del proceso lo haces mejor y más rápido.

El intradós de los elevadores está pegado y tensado. Vean como quedan detalles para terminar: el trim y las zonas de los mandos.

Siguiendo la costumbre, empezamos por los mandos de cola. Tienen la menor superficie de entelado, pero no por eso son más fáciles. Sí que es cierto que al estar completamente entelados previamente, la preparación de la superficie fue relativamente rápida.


Arriba, lijando el estabilizador horizontal. Tenía varias reparaciones. Abajo, la pieza entelada, incluidos los marginales, pero faltan los refuerzos de fijaciones. No se notan las reparaciones.

El timón de dirección aparentemente está tirao: con una sola tela y de una vez aquello está - supuestamente - listo. Para entelar, hay que extender previamente pegamento sobre ambas superficies a pegar, dos veces, con secado intermedio (3 horas) y secado final (12 horas, en la práctica al día siguiente). Para evitar grumos de pegamento que luego se notan, hay que filtrarlo. Se extiende con brocha, a mano, y es muy importante haber dado pegamento tanto en la tela como en la madera de la pieza. 

Los alerones son de piezas de acero soldadas. Necesitaron muchas horas para retirar el pegamento viejo y lijar las superficies. Luego hubo que dar una imprimación y pintar para protecer la estructura antes de entelar.

Y por fin llega el momento de entelar. En general la técnica requiere tres fases: una es fijar la tela a la pieza en sitios seleccionados, con una pistola de aire caliente que activa el pegamento. La segunda es completar el proceso de pegado en todas la superficies con una plancha caliente envuelta en teflón. La tercera y última es tensar las superficies que quedan sin apoyo, también con la plancha. En todo ello las temperaturas son críticas. Teóricamente está todo explicado en el extenso y detallado manual. Otra cosa es la práctica, que requiere destreza y experiencia.


Terminando los elevadores. Arriba, vean la pieza especial para recubrir el compensador de profundidad casi terminada. Abajo, "petalos" para terminar el hueco de la bisagra. Para todo el manejo de las telas (preparación, corte, dar pegamento, fijar, pegar, entelar) hay que usar guantes para no dejar restos de grasa con los dedazos.

Esa última fase de tensado es pura magia, y por ahora no me canso de asistir al proceso. Por aparente brujería, la superficie de la tela pierde las arrugas y dobleces y queda lisa, tensa, con su color y terminada. De hecho, podrías salir a volar directamente si fuera la última pieza. Es decir, ¡acabas! No hay que barnizar, aplicar protección ultra-violeta y pintura. 

Una zona difícil. La tela es termoretráctil, pero hasta cierto punto. Las superficies complejas, como este carenado de la luz de cola, necesitan esmero para dejarla bien acabada.

Decirlo parece fácil, pero tiene su técnica. Para evitar arrugas y malposiciones, hay que extender la tela bien y seguir un esquema de pegado lógico que deje estirada la tela al máximo. Esto implica trabajar de dentro a afuera y por secciones. Aunque las superficies del Falke sean rectas y aparentemente sin curvas complejas, al final siempre hay que lidiar con zonas de curvas. Y finalmente están los mil detalles de acabado, que pueden ser complejos: remates, zonas de mandos, trampillas y anclajes requieren preparar trozos de tela a medida en sitios más o menos complicados.

En las zonas de fijación se ponen refuerzos de tela que hay que preparar, poner el pegamento sin manchar la zona limítrofe y pegar posteriormente.

El Falke desnudo por otra parte ha mostrado su edad y que la historia va dejando sus huellas. El avión está lleno de mataduras. Las casi 7.000 horas de vuelo y los 19.000 aterrizajes, casi todos de su pasada vida de escuela, han pasado factura en forma de golpes y reparaciones que en su mayor parte no conocíamos. También muestra que una reparación bien hecha no se nota, apenas afecta al acabado.



Preparación de las alas. Arriba, vean una zona reparada con contracahapado más oscuro. Centro, con paciencia se puede retirar la capa de imprimación dejando el contrachapado liso y listo. Además ahorra peso. Abajo, vean los diferentes contrachapados utilizados en la construcción y la reparación de la bisagra de alerón.

Tras entelar el timón de dirección, siguieron los elevadores, el estabilizador horizontal y los alerones. Los elevadores tienen su cosa, especialmente el derecho, que tiene el compensador de profundidad. Los alerones son curiosamente metálicos (el resto de superficies de vuelo son de madera) y necesitaron un proceso de decapado y lijado largo y tedioso. Cuando finalmente los ves terminados empiezas a creer que un día de estos el avión volverá a volar.

Abracadabra. La tela del alerón está llena de arrugas... hasta que tensas con la plancha.

Meterse con las alas parece una tarea de titanes. Pero realmente no es para tanto en relación a su superficie. Naturalmente que el proceso de preparación es muy largo y muy pesado. Fueron muchas horas de decapado y lijadora. Y no sólo está el entelado, hay que desmontar, revisar y limpiar los mandos de aerofrenos y alerones, sustituir las poleas, cambiar los cables de accionamiento de los aerofrenos, cambiar las tapas de los registros (incluyendo poner nuevas las roscas de sus tornillos) y poner a punto los ruedines, aprovechando para cambiar sus llantas antediluvianas.

Preparando la tela del intradós del plano izquierdo.

Uno se da cuenta de hasta que punto fabricar un avión es un proceso artesanalLas alas no son iguales. Tienen la misma forma, pero hay diferencias: hay costillas diferentes, se utiliza contrachapado de diferentes procedencias (sin contar las múltiples reparaciones), hay ligeras diferencias en los registros y en los marginales. Parece como si las hubieran hecho gente diferente en momentos diferentes.

Pegando el intradós del plano derecho. Borde de ataque, de salida y costillas están pegados. Falta tensar los vanos entre costillas.

Aunque no es llegar y listo, entelar las alas es mucho más eficiente que las superficies de mando y el estabilizador. Por una parte la experiencia ayuda. Pero sobre todo, "avanzas más por metro cuadrado". Las formas regulares facilitan el proceso, y hasta las zonas más difíciles (donde se montan los alerones, los extremos, los registros, y las cajas de los aerofrenos) van como si dijéramos a escala: más grande = más fácil, aunque no lo parezca.

Preparando el extradós del plano derecho. Se presenta en posición para luego ir fijando con la pistola.

Aún así, poner las telas del intradós y extradós costó relativamente menos. Terminar el conjunto... mucho más. Fueron muchas horas. Las zonas ya comentadas y los innumerables detallitos. Piense además que cada pequeña cosa a terminar requiere identificarla, pensar que vas a hacer, preparar una pieza de tela a medida, preparar las zonas de aplicar pegamento (separándolas del resto con cinta), dar el pegamento con antelación y finalmente entelar y terminar con pistola y plancha.

¿Aparentemente terminados? Queda mucho por hacer. Fíjense: falta poner los bordes marginales (que hay que entelar previamente), terminar las cajas del registro de alerones y de aerofrenos, y las de los propios aerofrenos.

Luego esto ya casi está, ¿no?

 

Pues no. 

 

Queda terminar de preparar, entelar y pintar el fuselaje, que es una tarea larga y que tendrá su complicación. Para empezar porque hay que idear alguna manera de movilizar el fuselaje para facilitar el proceso. Se ha construido un útil especial para ello. Queda también preparar e instalar un panel de instrumentos nuevo. Al menos tenemos una idea clara de cómo queremos que sea y están comprados todos los chismes. Y queda una larga lista de cosillas diversas.

 

Pero ya se ve el final. Les iré contando.

Los planos están casi listos. Ahora a por el fuselaje.


Ir a Restauración (1)

Ir a Restauración (3)

Ir a Restauración (4)

 

sábado, 25 de septiembre de 2021

Douglas DC-6

¿Para qué sirve ser millionario? En el caso de Dietrich Mateschitz, y entre otras cosas, para tener una extraordinaria colección de aviones en vuelo. Parece que él ha pilotado (no sé si sigue en la actualidad, a sus 77 años) las Super Cub, incluso el Falcon 900. Pero para mí, el avión más impresionante de su museo volante es el Douglas DC-6, un gran cuatrimotor de pasajeros de los años 40.



Arriba, pero qué bonito. Cada uno pinta su avión como le da la gana, claro, pero me hubiera gustado más un esquema histórico. Abajo, fuerza bruta, pero también un diseño aerodinámico limpio. Inglaterra, 2018.


El avión no es uno cualquiera de los 704 que se hicieron. Es el penúltimo, fabricado en 1958, el que fue el transporte VIP del mariscal Tito, de la extinta Yugoeslavia. Por aquel entonces estaban entrando en servicio los Boeing 707, y cambiando por completo la aviación. Tito prefirió el clásico de hélice, y le acompañó por todo el mundo en el despliegue de su famosa política de países no alineados. Posteriormente fue a parar al presidente de Zambia y tras una historia realmente singular, está ahora en Salzburgo. Si está Vd. interesado, hay un segundo (el último fabricado) disponible.



Arriba, el DC-6 de Red Bull está acabado de lujo, con mueble bar de madera noble, butacones y sofás. Abajo, el amplio "cuarto de estar" de la cola.


Está restaurado, mejor que nuevo, a un coste que no me puedo ni imaginar. Y en los múltiples shows en los que aparece deja muy impresionados a los espectadores. Ver un monstruo de ese tamaño evolucionar por los aires como si fuera un acrobático no es realista, pero gusta. Sólo contemplar como arrancan los enormes radiales y escuchar su bramido bajo ya es algo memorable.




Arriba y centro: no hay trampa ni cartón. Realmente hacen virajes pronunciados en exhibición, incluso pasada la vertical. En su época y con 50 pasajeros a bordo no lo hacían, claro. Abajo, con todos los flaps listo para aterrizar.


Es un buen ejemplo del poderío yanqui en materia de transporte aéreo. Cuatro motores de pistón enormes, fuselaje largo y presurizado, líneas clásicas. Me parece un chisme particularmente elegante, y a la vez ya pasado. Un resto de una era en la que se estaba configurando la actual red de transporte aéreo mundial.


Esta encantadora señora austriaca se hizo una foto conmigo y me dejó subir por la escalera de servicio (vertical y plegable en la puerta abierta que se ve) a visitar el avión.


El Douglas DC-6 nació inicialmente como un Douglas DC-4 mejorado. Le pusieron motores más potentes (siempre parece ser un elemento de mejora en aviación), y alargaron el fuselaje en dos metros y pico para poder llevar más pasajeros. En total, de 53 a 68 en la versión "doméstica" y 48-64 en la "transoceánica". Esta última llevaba más gasolina y cargaba más peso, hasta unos impresionantes casi 18.000 litros y 44 toneladas de peso máximo al despegue.


Aunque hay instrumentos modernos, la cabina es básicamente de su época. Además de los instrumentos de vuelo de piloto y copiloto, hay una cantidad de instrumentos para motores y sistemas en el panel central y superior. Además está el ingeniero tras los pilotos, con su propio panel, imprescindible para manejar todo el lío de sistemas. Todo se hace a mano, no hay nada automatizado como en los aviones modernos.


Inicialmente el avión estaba pensado para los militares, pero está claro que cuando voló en 1946 Douglas pensaba en tener un papel importante en el desarrollo de las aerolíneas de la posguerra. La competencia estaba formada por el Boeing 377 y sobre todo por el Lockheed Constellation. Aunque británicos y franceses hicieron algún intento para competir en la liga, la verdad es que fueron los de Douglas los que se hicieron con el mercado. Sus DC-4, DC-6 y DC-7 fueron con mucho los aviones grandes de aerolínea más numerosos de la posguerra, hasta que llegó la era del reactor


 Una exhibición con un Alpha Jet (también en la flota Red Bull). Los muy diferentes aviones vuelan en formación y la verdad es que alucinas. Inglaterra, 2018.


Sobre todo, el nuevo avión estaba presurizado. Esto era esencial para poder volar más alto y en la práctica subir por encima de la mayor parte del mal tiempo. El DC-6 podía volar a unos 500 km/h en crucero, según versiones hasta 7.600 metros de altura, y fue el avión con el que Pan Am empezó a ofrecer vuelos trasatlánticos en 1952. Pronto se le unieron otras líneas áereas. El avión podía ir directo de USA a Europa. Pero curiosamente al revés no, debido a los vientos predominantes del oeste.



Arriba, mostrando sus elegantes líneas. Abajo, los 4 motores radiales están limpiamente carenados.


Impresiona que todavía hoy hay algunos en vuelo. Y no sólo como aviones de exhibición o turísticos, los hay que se utilizan todavía como aviones de carga. Y por tanto generan beneficios, claro. Da idea de lo bien hechos, duros y duraderos que se hicieron estos chismes, y en particular lo fiables que han resultado sus enormes motores de gasolina Pratt & Whitney R-2800 de 18 cilindros.


Un Pratt & Whitney R-2800 Double Wasp. Dieciocho cilindros, cuarenta y seis litros, y según las versiones entre 2.000 y 2.500 caballos. Tras propulsar varios aviones militares en la Segunda Guerra Mundial en la posguerra se usó para varios transportes, incluido el DC-6.


Así que sí, me encantaría darme una vuelta en uno. Mientras llega la ocasión, ya que de vez en cuando sale alguno a la venta, habrá que conformarse con un relato.



El primer avión específicamente fabricado para llevar al presi de USA, el Douglas DC-4 Sacred Cow, se estaba quedando obsoleto en 1947. Así que decidieron comprar un nuevo DC-6, con detalles presidenciales: sala de conferencias, 24 pasajeros (o 12 camas), equipos de navegación modernos y otras monadas. Truman viajó en él y finalmente se retiró en 1965. USA, 2019.


lunes, 6 de septiembre de 2021

Hanriot-Dupont HD.1

La firma francesa Hanriot fue una de las pioneras, pero para la Primera Guerra Mundial se había instalado en la cómoda posición de fabricar aviones Sopwith 1½ Strutter con licencia. Sin embargo, en 1916 el ingeniero Pierre Dupont propuso un nuevo caza biplano monoplaza, el Hanriot-Dupont HD.1, que llevaba un motor rotativo de 110 HP y era bastante normalito de planteamiento.



En el Museo de la Fuerza Aérea Suiza tienen uno de los 16 Macchi - Hanriot HD-1 hechos en Italia, que compraron tras la guerra en 1919.


El nuevo avión no convenció a las autoridades francesas, porque contaban con el fabuloso SPAD S VIIcon un motor Hispano Suiza de 150 CV que prometía más. Así que siguiendo la política de la época, el "caza de segunda división" se ofreció a los aliados también de segunda, en este caso a los belgas y a los italianos (¡!).


En el Museo Militar de Bruselas tienen un HD1.

 

El caso es que el avión resultó ser estupendo. No era especialmente rápido, pero era maniobrable, seguro y gustaba a los pilotos. Especialmente los italianos, que necesitaban cazas tras meterse en el fregao de la guerra, recibieron 100 construidos en Francia y decidieron hacerlo con licencia en la firma Macchi. donde fabricaron nada menos que 900 más. Los consideraban mejores no ya que  los viejos Nieuport, sino que siguieron utilizándolos toda la guerra, prefiriéndolos a los nuevos SPAD S XIII.


Finalmente, en el Museo de Vigna del Valle tienen este Macchi-Hanriot HD.1 en el que voló el as italiano Flavio Torello Baracchini (21 victorias).


En Bélgica pasó algo parecido. Recibieron 79 ejemplares hechos en Francia y se convirtió en su caza de primera línea estándar el resto de la guerra. El as Willy Coppens. - que sobrevivió a las dos guerras mundiales y era hijo de un pintor impresionista (¡!) - consiguió 37 victorias en este tipo de avión.