El rico industrial nominalmente británico Henry Kremer, nacido en Letonia en 1907 y muerto en Tel Aviv en 1992, ciertamente puso su nombre en la historia cuando en 1959 empezó a donar considerables sumas de dinero con la intencion de premiar el vuelo propulsado por personas. Esto se organizó con un grupo específico de la Royal Aeronautical Society.
Kremer previó desde los primeros logros, pasando por marcas de velocidad, hasta un futuro deporte atlético (todavía no conseguido). El chisme que les muestro, llamado Watkinson CG-4, pretendía competir por el primero de los premios Kremer, volar con propulsión y control humano un ocho entre dos marcas separadas media milla. Eso lo hizo en 1977 el Gossamer Condor de Paul McCready, y francamente dudo que lo hubiera conseguido el autogiro de Watkinson.
Por otra parte, es uno de los chismes más originales que he visto en mi vida. Y tiene un lado de tragedia, lo que da evidentemente más morbo. Mr. Herbert Watkinson construyó el primero de sus autogiros de propulsión humana en 1961. Una versión mejorada voló 175 metros en 1973 (¡!) pero se dañó. Inasequible al desaliento, Watkinson empezó a construir el CG.4 en 1976 y estaba casi completo en 1977, incluidos los permisos para hacer pruebas, cuando su mujer enfermó y murió, y el no duró mucho más.
Ni siquiera me planteo el premio Kremer. ¿Este autogiro era viable? Es decir, ¿podría un experimentado y potente ciclista, que además supiera manejar un autogiro, despegar con esta cosa y simplemente volar? Lo veo difícil. A mis escasamente cualificados ojos aparece como poco eficiente. Tiene una hélice pequeña (quería intubarla para mejorar el rendimiento), y mantener un rotor en vuelo suele costar más energía que volar en un velero ligerísimo. Pero no lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario