domingo, 8 de diciembre de 2024

Sikorsky S-42

Charles Lindbergh asesoraba a la pujante aerolínea Pan American Airways (Pan Am) y a su visionario presidente Juan Trippe en los años 30 cuando estaba a punto de entrar en servicio su nuevo hidroavión de pasajeros Sikorsky S-40 a finales de 1931. El nuevo cuatrimotor era un chisme bastante raro que llevaba el conjunto de ala, motores y cola por encima del fuselaje-canoa, soportada por una complicada estructura de montantes y cables. Los nuevos Clipper, por los elegantes veleros del siglo XIX, evocaban glamour, velocidad y aventura.

 

Desgraciadamente no queda ni un solo Sikorsky S-42. Seis se destruyeron por causas diversas y cuatro fueron desconsideradamente desguazados. Este sello de Camboya de 1994 muestra como era el avión.

 

Lindbergh sin embargo no estaba contento. Aunque podía llevar 38 pasajeros, era más bien lento (180 km/h de crucero) y con alcance limitado (1.400 km). Se necesitaba claramente un diseño más limpio, rápido y con mucho más alcance, así que se puso a trabajar con Igor Sikorsky en un nuevo avión. El Sikorsky S-42 de 1934 fue un paso en esa dirección, pero... no lo consiguió del todo. Era mucho más aerodinámico que el anterior, pero todavía tenía todo tipo de cosas generando resistencia en alas, fuselaje y cola. Sin embargo no sólo era el hidro más grande de su tiempo. Incorporaba todo tipo de avances. Todo estaba hecho del nuevo duraluminio, llevaba un ala muy eficiente con flaps, 4 motores de 700 HP con hélices de paso variable y otras muchas cosas.

 

Llevaba los mismos pasajeros, pero mucho más rápido (270 km/h) y más lejos (casi 2.000 km). Se construyeron 10 de estos nuevos Clipper, todos para Pan Am, y se utilizaron para rutas a Sudamérica y para explorar las futuras rutas del Pacífico. Que finalmente sí pudieron hacerse con los muy mejorados sucesores, especialmente el Boeing 314 . Eso fue antes de la Segunda Guerra Mundial, y la era de los hidros se estaba acabando. Los nuevos transportes terrestres, especialmente el Condor de 1937 y el Stratoliner de 1938 ya apuntaban cuál era el futuro.

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