sábado, 10 de noviembre de 2018

Southampton

Esta fina obra de ebanistería que les muestro es el fuselaje (o el casco) de un Supermarine Southampton, un monumental hidroavión bimotor de los años 20 británico. Eran realmente grandes: 22 metros de envergadura, más de 6 metros de alto y casi 7 toneladas de peso. Para que el monstruo aéreo y marino volara llevaba dos motores de 500 CV.

Mitchell consiguió hacer fuselajes / cascos que eran a la vez aerodinámicos (hasta cierto punto, estamos en 1924) y que tenían buen comportamiento en el mar. Esto era bastante difícil. RAF Museum, Londres, 2016.

Aunque mucho más conocido por el Spitfire y varios afilados hidroaviones monoplanos de la copa Schneider, el ingeniero Reginald Joseph Mitchell sobre todo hizo hidroaviones biplanos. Y de hecho fue el Southampton el que sacó a la compañía Supermarine de un segundo plano a estar entre las industrias aeronáuticas potentes de Inglaterra. Lo de Supermarine se le puso como opuesto a Submarine, para hacer énfasis en el aspecto de volar sobre el agua.

Visto desde proa parece lo que es: un barco (que vuela). La uve profunda del casco anterior y la proa levantada eran esenciales para dar estabilidad en el agua. Vean la considerable bita de amarre. Para meterlo y sacarlo del agua se utilizaban carros de ruedas adaptados a la forma del casco.

El Southampton se convirtió en el hidroavión "grande" estándar de la Royal Air Force y rápidamente se hizo famoso porque se organizaron varios vuelos de larga distancia. El más famoso fue el vuelo del lejano oriente: cuatro Southampton volaron de 1927 a 1929 desde el sur de Inglaterra hasta dar la vuelta a Australia y las Filipinas, para finalmente quedar estacionados en Singapur.

En la restauración entre otras cosas se sustituyeron 70.000 tornillos de latón. El "pozo" delantero llevaba el observador, se podía montar una ametralladora. 

La RAF utilizó estos aviones hasta mediados de los 30. Los primeros, hechos totalmente en madera, fueron enseguida sustituidos por versiones con fuselaje de duraluminio, mucho más ligeras. Posteriormente también hubo versiones con las alas de metal. Se hicieron 83 de estos tremendos, arcaicos y lentos cacharros (¡la velocidad máxima era sólo 153 km/h!), que sin embargo volaban al parecer bien y eran muy marinos.

El Napier Lion me parece uno de los motores más originales de todos los tiempos. Tiene 12 cilindros, pero en 3 bancadas de 4. Es como si a un V8 le hubieran puesto otros 4 cilindros en medio. Con características muy avanzadas (doble árbol de levas en cabeza y 4 válvulas por cilindro), la versión instalada en el Southampton era "moderada": sólo 500 CV para 24 litros. Las versiones de récord para aviones, coches y lanchas llegaron a los 1.350 CV.

La historia de este avión en concreto es curiosa. Es uno de los primeros que se fabricó y estaba hecho en madera. Se entregó a la Royal Air Force en 1925 a una unidad de reconocimiento costero en el sur de Inglaterra. El avión estuvo volando hasta que en noviembre de 1928 un vendaval hizo que rompiera amarras y se estampara contra un rompeolas.

Los dos pilotos iban al aire en cabinas abiertas con parabrisas en uve muy crudos. Vean el enorme volante de mando que accionaba directamente elevador y alerones.

Los restos, sin alas ni cola, fueron vendidos y convertidos en una casa flotante, algo común en Inglaterra. Se instalaron puertas y ventanas, y se adaptó el interior con mobiliario. En los siguientes 38 años fue cambiando de dueños hasta que finalmente lo adquirió el Museo de la Royal Air Force en 1967. Primero empezaron por secarlo (¡!). Tras una restauración que duró más de 10 años se puede ver hoy en el Museo de la RAF en Londres.


En la restauración se dejó sin cubrir una parte de las cuadernas y largueros del fuselaje, para ver la construcción. Los carpinteros que hacían estos aviones debían ser habilísimos.



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