viernes, 11 de agosto de 2017

Cierva C.6

Costó una barbaridad hacer un autogiro que volara ni medio bien. El primero que consiguió una distancia significativa, de Cuatro Vientos a Getafe (10 kilómetros) fue éste, el Cierva C.6 de 1924. Piensen que por aquel entonces los aviones ya habían cruzado el Atlántico y había varias aerolíneas. De 1920 a 1923 Juan de la Cierva hizo nada menos que 5 prototipos que fracasaron por diversos motivos.

Una réplica de C.6 construida para la Expo de Sevilla de 1992. Se guarda en el Museo del Aire de Cuatro Vientos. Madrid, 2005.

El C.1 de dos rotores contrarotativos no llegó a volar. El C.2 y el C.3 tenían el rotor rígido y por tanto producían sustentación asimétrica al avanzar, volcando. El C.4 de 1923 incorporaba un rotor con articulación de batimiento, la idea que finalmente solucionó el problema. Éste aparato y el siguiente C.5 llevaron a estudiar mejor el problema en el túnel de viento y al siguiente autogiro, el C.6, con fondos y ayuda de la Aeronáutica Militar.

El C.6 conservaba el motor rotativo Le Rhône 9 del avión original. Fíjense en los alerones y el patín antivuelco, conservado del entrenador.

Con ojos de hoy, el Cierva C.6 es una castaña. Utilizó como base un fuselaje de Avro 504 al que le puso un rotor articulado. Pero los mandos seguían siendo "de avión": unas alas embrionarias con unos grandes alerones más una cola convencional. Todavía no se mandaba directamente sobre el rotor ni se podía prelanzar. Pero volaba, y dio lugar al interés británico, a la Cierva Autogiro Company y a los desarrollos sucesivos.

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