Los aviones de "observación" o reconocimiento fueron los primeros empleados por los militares, inmediatamente antes y durante la Primera Guerra Mundial. La cosa consistía en ver dónde estaba y qué hacía el enemigo, para dirigir tus propios movimientos. Luego surgirían otros usos para los aviones, pero esta tarea siguió siendo necesaria durante décadas, y se hicieron aviones específicos para ella.
Los pilotos de Alaska supongo que agradecían la cabina cerrada. Muchas versiones del avión llevaban sin embargo cabinas abiertas clásicas. Dayton, USA, 2019. |
Douglas Aircraft construyó una larga serie de aviones de observación, que los militares designaron con la letra O. Del primer modelo, el Douglas O-2 de 1924 se hicieron casi 700 en varias series. El Douglas O-38 es una variante modernizada del O-25 (una de las series del O-2), que voló en 1931 y del que se hicieron 156.
Un Douglas O-38 costaba 12.000 dolores en 1931, unos 220.000 de hoy. Una ganga. |
Incluso con el gran motor radial Pratt & Whitney R-1690 de 525 HP, el biplano en tándem con piloto y observador no impresionaba por sus prestaciones. Volaba a menos de 200 km/h en crucero y aunque se podía armar (con una ametralladora fija, una móvil y 4 bombas de 45 kilos) estaba pensado para mirar y poco más. Se correspondía con el gusto americano por los aviones grandes, potentes y robustos.
Por otro lado, llama la atención: un avión con un peazo de motor y en realidad ofrecía más o menos lo que sus antecesores de la "Gran Guerra". Los cazas de su época en servicio, como el Boeing P-12 tenían una potencia parecida y sólo eran algo más rápidos. En Europa los británicos tenían algo de ventaja con los Hawker Fury y Hart, pero los monoplanos estaban por llegar. Y eso que los americanos ya los tenían, si querían mirar.
Me parece que hubiera costado relativamente poco que el avión volara de nuevo, pero la decisión fue dejarlo estático en el museo. |
Solo queda un Douglas O-38, en el Museo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Y tiene una historia muy curiosa: en 1941 hizo un aterrizaje forzoso en un bosque perdido de Alaska y allí se quedó, con muy pocos daños, hasta que fue recuperado y restaurado en 1968.
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