miércoles, 28 de marzo de 2018

De Tacoma a Tokio

Entre los vuélos de récord de distancia hay tres tipos: los que lo consiguieron, los que no pero casi, y finalmente los que quedaron como Cagancho en Almagro. Entre estos últimos están Robert Wark y Edward Brown, que intentaron volar en 1930 nada menos que de Tacoma, en la costa noroeste de los Estados Unidos, a Tokio (Japón) en un Fokker C.IV modificado.

El Fokker C.IV era un avión de lo más convencional: un biplano de madera y tela con tren fijo de patín de cola.  Éste en concreto lleva un motor Rolls-Royce Eagle VIII de 360 CV. Owl's Head Transportation Museum. USA, 2015.

Por aquel entonces era imposible ir directo (7.700 km). El ambicioso plan era hacerlo sobrevolando tierra en lo posible y con 4 paradas para repostar: subir por la costa oeste del continente americano por Whitehorse, Nome y Fairbanks, cruzar por el arco de las Aleutianas hasta territorio ruso en Petropavlosk, y finalmente llegar a Tokio. Esto era un total de 8.700 km.

El rectángulo dorado es uno de los radiadores del motor, que estaba refrigerado por agua. La cabina de 4 pasajeros, modificada posteriormente para llevar el gran depósito para el intento de récord, le da un aspecto diferente a los Fokker C.IV "normales".

El avión era un Fokker C.IV muy modificado. El original había volado en 1923 y era más o menos como un caza Fokker D.VII agrandado, pensado para reconocimiento y con dos cabinas abiertas en tándem. El avión del intento lo importaron a USA desde Holanda en 1924. Después lo modificaron para llevar pasajeros, con una cabina de 4 asientos en el fuselaje trasero y quitando el asiento del observador. Por último, Wark y Brown lo compraron para el récord: le pusieron un depósito en la cabina de pasajeros de 1.700 litros y reinstalaron la cabina de atrás.

El avión está en vuelo y es el único Fokker C.IV original que existe. Lo de original es relativo: como casi todas las restauraciones de aviones antiguos a partir de restos muy deteriorados la mayor parte de su estructura es nueva.

Y vamos al vuelo. Despegaron y pusieron rumbo al norte. No habían volado ni  300 km cuando el motor hizo puf y se paró. Aterrizaron en un campito cerca de Vancouver sin dificultad, pero una vez encontrado el problema no podían despegar con todo el peso. Tiraron la mayor parte del combustible y Wark pudo despegar solo hacia el aeródromo de Vancouver, a unos minutos de vuelo. Pero al aterrizar, se pasó de la pista y terminó arrancando el tren de aterrizaje... fin del viaje.

El avión volvió desmontado en camión, pero fue abandonado hasta 1970, cuando se empezó un largo proceso de restauración que duró hasta 1999, cuando el avión volvió a volar casi 70 años después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario