jueves, 24 de enero de 2019

Orion

A finales de los 50, la Guerra Fría se estaba poniendo muy fea. La carrera armamentística entre yanquis y ruskis dio lugar a los misiles intercontinentales, a los submarinos atómicos, y posteriormente a los primeros lanzables desde los segundos. Esto eran muy malas noticias para ambos bandos: es muy difícil localizar un submarino nuclear sumergido.

Un P-3C entregado en 1970 a la marina yanqui. Esta fue la versión que introdujo uno de los primeros computadores de control de toda la parafernalia de sensores. Cornualles (Inglaterra), 1979.

La respuesta yanqui fue el Lockheed P-3 Orion: un peazo de cuatrimotor pensado para localizar y destruir esos submarinos. El encargo de la marina americana fue un avión antisubmarino y de patrulla marítima que reemplazara al Lockheed Neptune, su predecesor en la tarea.

Uno de los dos P-3A que recibió España mostrando delante en el suelo una colección de sonoboyas y algunas bombas que puede llevar. Es de los más antiguos, de 1963. Día de puertas abiertas en la Base de Villanubla (Valladolid), 1983.

El avión tenía que operar desde bases terrestres: todo lo que debía llevar sobrepasaba la capacidad de los aviones embarcados. Debía ser muy rápido y a la vez tener capacidad para volar durante 12 o más horas seguidas. Eso descartaba utilizar turboreactores.

El avión anterior finalizó sus días en el Museo del Aire de Cuatro Vientos. Madrid, 2005.

Lockheed estaba muy preparada para crear el nuevo avión. Por una parte ya estaba en producción el Hercules, y sus tremendos turbohélices Allison T-56. Precisamente estaban desarrollando un transporte de pasajeros, el Electra, propulsado por ellos. Una manera de reducir costes era basar el nuevo avión antisubmarino en él.

La marina alemana tiene 8 P-3C que originalmente compraron los holandeses en 1983. Air Tattoo en Fairford (Inglaterra), 2014.

Aunque en todas partes dicen que el Orion (por el gigante mitológico) es un derivado del Electra, en realidad es un avión nuevo y diferente, basado en su configuración general estructuralmente más robusto. No olviden que es un avión militar pensado para llevar todo tipo de armas (en una bodega interna y en pilones bajo las alas) y para hacer maniobras bruscas.

El rasgo más característico del avión es el magnetómetro de la cola. Está alojado en un tubo de fibra de vidrio y lo más alejado posible de la masa metálica del avión.

Para ser un aparato ultraespecializadomasivo (mide 35 metros de largo, tiene un peso máximo al despegue de 64 toneladas y puede volar a más de 750 km/h) y se pueden imaginar que muy caro, es impresionante que se hayan hecho 757 de estos chismes, que además lleven volando con su cliente original desde 1962 (el prototipo voló en 1959), y que es muy probable que tengan cuerda para rato. Por ejemplo, Alemania tiene previsto seguir con los suyos hasta 2035 (¡!).

Portugal ha tenido Orion de segunda mano australianos y holandeses. Los primeros son de 1968 y ya están dados de baja. Uno de ellos se conserva en el Museo do Ar de Sintra. Así se podía ver en 2017.

El avión está atiborrado de sensores y puede disparar una amplia variedad de pepinos destructivos, como torpedos, misiles, cohetes, bombas y minas. Los sistemas principales son tres: un conjunto de radares (en el morro, bajo la cola, y en ocasiones de barrido lateral), un sofisticado equipo de sonar para procesar las señales de las sonoboyas que puede lanzar, y un detector de anomalías magnéticas, instalado en el característico aguijón de la cola.

Los masivos turbohélices Allison de 4.600 caballos hacen que los Orion sean de los aviones de hélice más rápidos.

Estos dos últimos son muy característicos de la caza de submarinos. El avión lanza al agua en vuelo sonoboyas de usar y tirar, que pueden ser pasivas ("escuchan" el ruido del submarino), activas (emiten pulsos de sonido y reciben el eco) o de simple medición de la temperatura de las capas del agua (que influye en la interpretación de las señales). El avión recibe en vuelo las señales emitidas por estos chismes, que procesa para localizar el submarino. El magnetómetro por su parte mide el cambio en el campo magnético que produce un submarino sumergido.

No tengo claro si este P-3B español es uno de los operativos en proceso de modernización o el quinto avión comprado, que se decidió no modernizar y dejar para repuestos. En la factoría de CASA en el aeropuerto de San Pablo (Sevilla), 2019.

También pueden llevar una variedad de otros equipos: sensores de infrarojos, cámaras, radios, procesadores de imágenes y todo lo que puedan imaginar. Se han usado en todo tipo de fregaos: para buscar submarinos rusos, claro, pero también en la crisis de Cuba, Vietnam, Iraq, Afganistán, Libia, Irán, Paquistán y Somalia (que se sepa). 

España tiene volando en la actualidad dos P-3A (desde 1973, previamente de la marina yanqui) y 4 P-3B (desde 1979, ex-noruegos), que curiosamente opera el Ejército del Aire (no la marina, como es habitual en otros sitios) y están basados en Morón (Sevilla). Como casi todos los Orion, se han ido modernizando con el paso de los años. Desgraciadamente, se perdieron otros dos (el mismo año 1977). Entre otros líos, se han usado contra la piratería en el Índico.

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