lunes, 6 de mayo de 2019

Revoplane

Este extraño aparato es con toda probabilidad el helicóptero más antiguo que se conserva, un Hafner (y Nagler) R.II Revoplane que voló (sólo unos centímetros) por primera vez en Viena en 1930, 1931 ó 1932 (las fuentes no coinciden). En algunos sitios dicen que es sólo del ingeniero austriaco Raoul Hafner, pero parece que su amigo Bruno Nagler también es responsable.

Sin duda, lo más peculiar del Revoplane (y de su predecesor R.I) era el original pero inefectivo sistema de controlar el par de rotación del rotor. Se utilizaban dos grandes alas en la parte trasera (le dan un aspecto de lo más peculiar, como un enorme insecto) que recibían el flujo vertical y hacia abajo del aire del rotor, y lo podían canalizar inclinándolas hacia un lado, compensando de este modo el par.

El Revoplane está en la actualidad en el Helicopter Museum de Weston - super - Mare. Vean a la derecha las dos alas traseras, pintadas en plata, y pensadas para compensar el par de rotación del rotor. El aparato tiene montada una sola de las palas. Las otras dos (pintadas de amarillo) están en el suelo. La de delante es una de las originales del primer rotor usado en Austria, de madera maciza (¡!). Inglaterra, 2018.

Además ya tenía mando cíclico y colectivo: todavía era crudo (se utilizaba un plato dentro de la caja del rotor, que podía pivotar para el cíclico, y subir y bajar para el colectivo), aunque todavía no eran conscientes de que las palas del rotor tenían que permitir el juego horizontal y vertical en su raíz (cosa que de la Cierva ya sabía). Es curioso sin embargo que de la Cierva no conocía todavía como mandar directamente el rotor.

El motor radial delantero accionaba con una sencilla transmisión el rotor. El plato de mando estaba dentro de la caja del rotor. Vean las barras que mandan los accionadores del paso de las palas para los mandos cíclico y colectivo. El piloto se sentaba inmediatamente detrás y debajo.

Primero se probó en Austria con palas de pino macizo (¡!) y luego en 1933 en Inglaterra con un rotor mejorado de palas con estructura y recubrimiento, mucho más ligeras. Incluso así, aquel chisme no volaba bienPero fue muy importante. De hecho, Hafner se pasó después del helicóptero R.II al autogiro, incorporó la articulación de batimiento de de la Cierva, añadió mejoras a su mando de las palas y esto fue una enorme contribución al diseño posterior de helicópteros.

Visto desde atrás se entiende mejor para qué servían las dos alas verticales. El rotor giraba en un sentido, el flujo de aire que generaba hacia abajo se podía desviar en el otro sentido para compensar el par. Ingeniosísimo. Pero no funcionó bien.

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