domingo, 7 de enero de 2018

Sycamore

Los orígenes de la potente industria británica de helicópteros tienen indudablemente dinero británico pero también mucho talento extranjero. El ingeniero austríaco Raoul Hafner estaba interesado desde joven en ellos, construyendo en 1929 el R.I y después el mejorado R.II. En vista de que no volaban, y como los inventos de Juan de la Cierva , Hafner se trasladó a Inglaterra, aprendió a volar en un autogiro Cierva y con nuevas ideas cambió de estrategia, volando su autogiro A.R.III en 1935.

Tanto británicos como alemanes descubrieron el potencial para búsqueda y rescate de los helicópteros. Esta versión del Sycamore incorporaba un cabrestante para izar a los rescatados. Vean como las palas se podían plegar para ahorrar espacio. Militar Historisches Museum, Berlin - Gatow, Alemania, 2008.

Este aparato incorporaba un invento crucial: tenía un mecanismo en el rotor para actuar sobre el mando cíclico y colectivo. Hubo que esperar a la invasión aliada de Europa para que la empresa Bristol comenzara en 1944 su programa de helicópteros incorporando a Hafner como jefe, tras superar su breve internamiento como potencial enemigo austríaco en 1940. Cosas de la guerra.

La pinta característica de la cola, que tenía una barra para evitar golpear el suelo. Sólo queda uno en vuelo, en la colección de Red Bull en Austria.

El primer helicóptero británico fue el Bristol 171 Sycamore, ideado por Hafner. Incorporaba ideas propias, como el mando del rotor, pero fusilaba muchas otras, especialmente después de haber examinado y probado en profundidad el primer helicóptero práctico del mundo: el Sikorsky R-4. El sicomoro - llamado como la semilla del árbol, que gira al caer - voló en 1947 y tiene una pinta característica: El rotor está pegadito al fuselaje, y la cola primero baja para luego subir hasta el extremo donde lleva el rotor antipar.

El principal operador fue la Royal Air Force británica, que los usó "pa tó". Fíjense en las palas del rotor de madera: se nota el hueco entre las costillas. Royal Air Force Museum, Hendon, Londres, 2016.

El Sycamore era en general bastante limitado. No es que fuera malo. Es que la tecnología de la época no daba más de sí. Llevaba un motor radial de gasolina de 9 cilindros y 550 HP, que le daba para llevar a 4 personas, cargar muy poquita cosa y volar como mucho a 200 km/h. Se construyeron 180, fundamentalmente para los británicos, pero también para las renacidas fuerzas aéreas alemanas de la posguerra. Ambos aprendieron mucho.

El Sycamore era más o menos equivalente al soviético Mil Mi-1, que tuvo muchísimo más éxito.

Dos curiosidades. El helicóptero era todo metálico, pero los rotores no. Tanto las palas del rotor principal como las de cola eran de madera: una preciosidad de estructura con larguero y costillas recubiertas en contrachapado. A las que el clima tropical de Malaya (actualmente Malasia) les sentaba fatal, con lo que varios helicópteros se perdieron cuando las palas se desintegraron, carcomidas por la humedad. Y la otra es que tenía un ingenioso sistema para compensar los cambios del centro de gravedad: dos depósitos de 25 litros de agua en el morro y en la cola conectados entre sí por una bomba.

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