Los orígenes de la potente industria británica de helicópteros
tienen indudablemente dinero británico
pero también mucho talento extranjero.
El ingeniero austríaco Raoul Hafner estaba
interesado desde joven en ellos, construyendo en 1929 el R.I y después el mejorado R.II.
En vista de que no volaban, y como
los inventos de Juan de la
Cierva sí, Hafner se
trasladó a Inglaterra, aprendió a volar en un autogiro Cierva y con nuevas ideas cambió de estrategia, volando
su autogiro
A.R.III en 1935.
Este aparato incorporaba un invento crucial: tenía un mecanismo en
el rotor para actuar sobre el mando
cíclico y colectivo. Hubo que esperar a la invasión aliada de Europa para
que la empresa Bristol
comenzara en 1944 su programa de
helicópteros incorporando a Hafner como
jefe, tras superar su breve internamiento como potencial enemigo austríaco en
1940. Cosas de la guerra.
La pinta característica de la cola, que tenía una barra para evitar
golpear el suelo. Sólo queda uno en vuelo, en la colección de Red Bull en
Austria.
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El primer helicóptero británico fue el Bristol
171 Sycamore, ideado por Hafner. Incorporaba ideas propias, como el
mando del rotor, pero fusilaba muchas otras, especialmente después de haber
examinado y probado en profundidad el primer helicóptero práctico del mundo: el
Sikorsky R-4. El sicomoro - llamado como la semilla del árbol, que gira al
caer - voló en 1947 y tiene una pinta característica: El rotor está
pegadito al fuselaje, y la cola primero baja para luego subir hasta el extremo
donde lleva el rotor antipar.
El Sycamore
era en general bastante limitado. No
es que fuera malo. Es que la tecnología de la época no daba más de sí. Llevaba un motor
radial de gasolina de 9 cilindros y 550 HP, que le daba para llevar a 4
personas, cargar muy poquita cosa y volar como mucho a 200 km/h. Se construyeron 180, fundamentalmente para los británicos, pero también para las renacidas
fuerzas aéreas alemanas de la posguerra. Ambos aprendieron mucho.
El Sycamore era más o menos equivalente al soviético Mil Mi-1,
que tuvo muchísimo más éxito.
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Dos curiosidades. El helicóptero
era todo metálico, pero los rotores
no. Tanto las palas del rotor principal como las de cola eran de madera: una preciosidad de
estructura con larguero y costillas recubiertas en contrachapado. A las que el
clima tropical de Malaya (actualmente Malasia) les sentaba fatal, con lo que
varios helicópteros se perdieron cuando las palas se desintegraron, carcomidas
por la humedad. Y la otra es que tenía un ingenioso
sistema para compensar los cambios del centro de gravedad: dos depósitos de
25 litros de agua en el morro y en la cola conectados entre sí por una bomba.
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