A medida que aumenta
el alargamiento de un ala (la
relación entre la envergadura y la cuerda, es decir, cuanto más larga y
estrecha es) disminuye la resistencia aerodinámica inducida. Esto
hace que sea más eficiente, y es el
motivo de que los veleros
tengan alas así. Maurice Hurel
diseñó un pequeño avión de investigación para comprobar estas ventajas, el HD.10,
que voló en 1948.
El prototipo HD.10 con
su ala estrechísima y larga. Comparen con una avioneta americana típica, como
una Piper
Warrior. Museo del Aire y del Espacio, Le Bourget, París, 1993.
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El HD.10 era un monoplaza metálico realmente extremo: el ala tenía una cuerda de
sólo 37 cm (!) y una envergadura de 12 metros. El alargamiento era de 32,5: una cifra que sólo unos pocos
veleros modernos superan. Además tenía complicados flaps tipo Fowler, tren
retráctil y cola doble. Hurel desarrollaría esta idea en varios aviones de transporte que tuvieron
cierto éxito en los 50.
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