martes, 25 de mayo de 2021

Curtiss R3C-2

En 1925, volando en casa, los yanquis ganaron por segunda vez el trofeo Schneider. El equipo americano respaldado por el gobierno iba a por todas: el resumen de su participación era: "no importa lo que cueste". Un joven teniente del ejército, James H. Doolittle, pilotó el Curtiss R3C-2 a 374 km/h, escabechando por amplio margen a británicos (que corrieron con un Gloster IIIA a 320 km/h - era la reserva del Supermarine S.4 que se había estrellado en las pruebas) e italianos (con un Macchi M.33 que apenas logró 271 km/h).

El Curtiss R3C-2 en el Museo del Aire y del Espacio. Lleva el esquema de pintura original, con el número 3 de competición. Washington, USA 2015.


Más aún, Doolittle (conocido entre otras cosas por el famoso raid sobre Japón de 1942) consiguió al día siguiente 395,4 km/h sobre un tramo recto (la carrera era un circuito triangular), en aquel momento récord del mundo para hidroaviones. Los franceses tenían desde el año anterior el récord absoluto a 448 km/h, pero con un avión terrestre. Llevar los tremendos flotadores penalizaba mucho la velocidad.


Los flotadores son comparativamente enormes. Esto es porque el avión era pequeño, pero pesaba 1152 kg con piloto y combustible.


El avión era una evolución de anteriores aparatos de carreras de Curtiss, el Curtiss CR y el posterior Curtiss R2C. Con sólo 6,7 metros de largo y de envergadura, el radical chisme llevaba un peazo de motor Curtiss V-12 de 619 HP. Que por otra parte era apreciablemente menos que lo que llevaban sus contrincantes británicos (Napier Lion de 700 HP), pero claramente más que los italianos (una versión previa del Curtiss V-12 con "solo" 450 HP). 


El motor era un desarrollo del Curtiss D-12, un motor con enorme influencia en el período de entreguerras. Tenía 23 litros y era modernísimo, con 4 válvulas por cilindro (vean que hay 12 escapes de los 6 cilindros del lado izquierdo).


Luego no fue sólo cuestión de fuerza bruta. El biplano estaba hecho fundamentalmente en madera, y muy afinado aerodinámicamente. Llevaba unos radiadores hechos de latón corrugado que ocupaban buena parte de la superficie de ambos planos. Para hacerse una idea de la tecnología implicada, vean una lista de los materiales usados y sus proveedores.


Si se fijan, se pueden ver los radiadores forrando ambos planos por dentro de los montantes.


Lo que más me gusta del avión es que es uno de los que sale en Porco Rosso, la estupenda película de animación de Hayao Miyazaki, todo un homenaje a la copa Schneider, a los hidroaviones y al Mediterráneo. El malo, que se llama Donald Curtiss (¡!) se enfrenta en su R3C-2 negro al bueno (Porco Rosso), que lleva un Macchi M.33 rojo... y no les destripo nada.

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