sábado, 11 de diciembre de 2021

Globo-cometa

Los militares se dieron pronto cuenta de que un globo cautivo era un sitio estupendo para ver qué hacía el enemigo. Los franceses los utilizaron en 1794 en sus guerras contra los austriacos. Pero el problema de los primeros globos esféricos es que eran muy inestables.  El globo giraba, subía y bajaba, y cuanto más viento hacía más se inclinaba en su anclaje, acercándolo al suelo.

En el Museo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos tenían este globo Caquot tipo R (desde este año ya no, no se puede mantener colgado por pura vejez). Es inglés, de 1944 (se volvieron a utilizar en la Segunda Guerra Mundial, aunque poco) y se cree que es el único que queda. Dayton, USA, 2019.
 

Este problema se solucionó en gran parte cuando dos oficiales alemanes inventaron el globo-cometa en 1893. El mayor Parseval y el capitán Siegsfeld crearon el Parseval-Siegsfeld Drachen (en ese orden, claro, cosas del rango), que incorporaba características de globo y cometa, y que era mucho más estable. Sobre todo la parte de cometa permitía la estabilidad incluso en vientos fuertes y que mantuviera la altura a pesar del viento, incluso de hasta 1.000-2.000 metros (desde esa altura era posible ver hasta 60 km). Inevitablemente, por la forma, pasaron a ser "salchichas" y "la alegría de la novia". Dejo a su imaginación otros apodos.


El Fokker DR.I colgado al lado da una idea de cómo atacaban los cazas. Lo más seguro era picar verticalmente para evitar el tiro de las ametralladoras antiaéreas del suelo. Si le dabas, el hidrógeno ardía rápidamente destruyendo en segundos el globo. El o los observadores sólo tenían la opción de tirarse en paracaídas. 


En la primera guerra mundial tanto los alemanes como los aliados utilizaron globos. Además de la observación sin más (donde está el enemigo, a dónde se mueve, cómo están construidas las trincheras...), lo normal es que estuvieran incorporados a la artillería. Desde su privilegiada posición los observadores podían ver y corregir el tiro de las baterías de cañones. Al principio con señales o mensajes, pero muy pronto por telefonía. Además, a diferencia de los aviones, podían estar muchas horas en la tarea. También eran útiles en los barcos, avistando submarinos y minas.


Este sello de Rumania de 1983 muestra un globo cometa Drachen con su forma característica.


El pequeño problema era que eran un blanco muy evidente. Tanto desde tierra como desde el aire. En cuanto subía un globo, los del otro lado rápidamente se aplicaban a freirlo a tiros. De hecho, que un avión derribara un globo contaba como una victoria áerea, ya que no era nada fácil: para compensar estaban defendidos por ametralladoras o incluso artillería.

 

Incluso así, los globeros tenían un trabajo más bien arriesgado. Los globos estaban a cargo de compañías específicas que tenían cabrestantes a motor. En una emergencia, podían bajar el globo a toda velocidad (hasta 6 m/s). Pero eso no era bastante y los observadores fueron los primeros en recibir paracaídas (antes que los pilotos de avión), para tirarse en una emergencia.


Esta versión tenía 1.000 metros cúbicos y era la más grande construida. En la barquilla podía llevar hasta 3 personas a 500 metros de altura o 2 hasta 1.000.


El desarrollo final se debe a un oficial francés. El globo Caquot tiene forma aerodinámica con tres aletas que lo estabilizan, haciéndolo una plataforma mucho más estable y que se podía utilizar incluso con vientos relativos de más de 100 km/h. Pronto se hicieron varias versiones que fueron copiadas por todos los beligerantes.

 

Es habitual que se pase por alto la importancia que tuvieron los globos-cometa en esa guerra. La aviación acaparó el interés, tanto entonces como posteriormente. Pero el hecho es que tanto numéricamente como por sus funciones los globos fueron importantísimos. Si se les cuenta dentro de todo el conjunto de medios aéreos se comprende mejor su contribución en la guerra.


Por su parte, Parseval se hizo después famoso por sus diseños de dirigibles.

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