domingo, 2 de octubre de 2016

El barril

Hace falta poca imaginación para entender por qué llamaban el barril a este avión: el enorme motor radial y el fuselaje corto y redondo le dan un aspecto característico. A mi me gusta. Fue el último caza biplano yanqui, y como era costumbre en la época los pintaban de colorines.

Esta maravilla de cacharro naranja es de todo menos discreto. La compañía de petróleos Gulf Oil lo encargó en 1936 para hacer exhibiciones aéreas y lo llamaron Gulfhawk II. Era una mezcla de F3F con alas de F2F y motor de 1000 CV, y estaba reforzado para la acrobacia. Museo del Aire y del Espacio. Centro Udvar-Hazy, Washington, USA, 2015.

El Grumman F3F todavía no es un "gato" (nombre terminado en "cat" que se inauguró con el siguiente avión de caza Grumman, el F4F Wildcat) y deriva de los biplanos anteriores FF y F2F. Utiliza el mismo y muy original tren de aterrizaje retráctil que deja las ruedas a la vista pegadas al fuselaje anterior.

Piensen que en 1936 el F3F era de lo más moderno que se fabricaba en una de las grandes potencias del mundo. Es como si hoy la British Petroleum encargara un Eurofighter Typhoon para hacer exhibiciones.

El desarrollo tuvo unos cuantos problemas. El segundo día de vuelos, el 20 de marzo de 1935, el piloto de pruebas Jimmy Collins salió de un picado tirando de la palanca hasta alcanzar 14 G... No sé si todavía estaba consciente - lo dudo -, cuando el avión se desintegró en el aire y se estrelló en un cementerio - para ganar tiempo. El segundo prototipo fue reforzado, pero también se estrelló probando barrenas, aunque en esta ocasión el piloto saltó y se salvó.

El Gulfhawk estuvo de gira por Europa en 1938. El piloto Alfred Williams invitó al líder nazi Ernst Udet a que volara el avión. A cambio, Williams voló en el Messerschmitt 109.

Una vez resueltas las pegas, el avión entró en servicio y para 1937 ya operaba desde los enormes portaviones yanquis. Cuando entraron en guerra en 1941 ya los habían retirado de primera linea: los nuevos monoplanos eran más rápidos y letales. Pero debía ser un avión estupendo: rápido, maniobrable, duro. Empezó a asentar la reputación de Grumman como fabricante de aviones de primera. Hasta llegar al Tomcat. En sólo 35 años las cosas realmente cambiaron muchísimo.

Nadie diría que este impecable Grumman F3F no es original. Pero no lo es: se trata de una réplica construida por voluntarios del Museo a partir de planos originales. Cradle of Aviation Museum, Nueva York, 2015.

En términos de prestaciones, parece sobre el papel no mejor que un Chaika, incluso con la ventaja del tren retráctil. Si ya debía ser difícil volar una bestia de estas en la que no veías ni torta por el motor radial y la rueda de cola, imagínense salir de y volver a un portaviones...

A las velocidades a las que volaban estos aviones probablemente el tren retráctil no era una ventaja decisiva. Pero es un rato curioso.

Sólo se hicieron 147. Así que impresiona que hoy queden 4 en vuelo. Y cuando salen a la venta, piden una pasta, claro. Me temo que en uno de estos no voy a volar.

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