Reconozco que este chisme que les muestro más abajo está en
el límite de lo que se puede considerar un avión. Porque en realidad es un cohete
pensado para poner satélites en órbita
terrestre baja. Pero como la primera etapa utiliza la sustentación de su
ala y el control de sus superficies de cola, pues al menos en los primeros 69
segundos del lanzamiento sí es un avión.
El Orbital ATK
Pegasus es notable por muchas razones. Entre las que más me impresionan: lo
ha desarrollado una empresa
privada, se lanza desde un reactor comercial en vuelo (Un Lockheed Tristar), lleva lanzando cargas al espacio desde 1990 (con muy pocos fallos), y
sigue en activo (hay previstos lanzamientos este año y el que viene).
El Pegasus fue diseñado por un equipo de técnicos liderados
por Antonio
Elias (aunque el ala en concreto es de Burt
Rutan). Funciona en resumen de la siguiente manera: el avión-cohete se
lleva bajo la panza del Tristar hasta la altura de lanzamiento, unos 12 km. Se
lanza, se enciende la primera etapa
y sube hasta los 61 km. Se suelta la primera etapa (con las alas y la cola). A
partir de aquí es un cohete. La segunda
etapa llega hasta los 180 km. Y por fin la tercera lleva la carga hasta la altura de la órbita, unos 600 km. Todo esto vale una pasta,
pero al parecer es
una opción para varias agencias, incluida la NASA.
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