miércoles, 28 de noviembre de 2018

Stemme S-10

Los motoveleros son en líneas generales de dos tipos: o algo como un Falke (una avioneta ligera con cierta capacidad de vuelo sin motor) o algo como un Arcus M / T (un velero con un motor auxiliar, que se usa para ganar altura de manera autónoma, o como "seguro" para volver y evitar un aterrizaje fuera de campo).
Un Stemme S-10 que acaba de aterrizar en St Auban, para darnos envidia a los que estábamos por allí. El tren de aterrizaje es relativamente estrecho para los 23 m de envegadura. Francia, 2004.
El Stemme S-10 sin embargo es algo distinto. Aunque nominalmente un motovelero, es una combinación de super-velero de clase open y avioneta biplaza. Es decir, junta en un solo avión una capacidad de vuelo a vela impresionante (planeo de 50:1) con la facultad de volar en crucero a mas de 200 km/h y un alcance de 1.700 km.
La hélice queda alojada dentro del cono plegando las dos palas con unos muelles. Para arrancar, se abre el cono hacia delante, y cuando el motor está en marcha las palas se despliegan por la fuerza centrífuga. El arranque se consigue en 5 segundos y además no hay prácticamente penalización aerodinámica.
Esto es directamente la leche. Y lo era más todavía en 1984, año en que su creador, Reiner Stemme, empezó a desarrollarlo en Berlín. Todavía duraba una muy real guerra fría, y entre otras cosas estaba prohibido fabricar allí aviones de motor. Por aquel entonces los mejores veleros de competición de clase open eran el ASW-22 y el Nimbus 3, que conseguían planeos de cincuenta y mucho, pero eran veleros puros o como mucho empezaban a llevar motores auxiliares.
El ala acodada tiene flaperones y es muy limpia aerodinámicamente.
Herr Stemme sin embargo lo quería todovuelo a vela al máximo nivel, pero la posibilidad de volar como en una avioneta de motor. Para ello diseñó un avión realmente original y en muchos aspectos único. La parte de vuelo a vela viene dada por unas larguísimas alas de 23 metros de envergadura.
Inicialmente llevaban un motor Limbach L 2400 de 100 caballos, pero luego pusieron un Rotax 914 turbo de 115. Los winglets mejoran la maniobrabilidad. Fayence (Francia), 2006.
Y para que la parte de avioneta de motor no perjudique a la de vuelo a vela, tiene dos características realmente innovadoras. La primera es que el motor es central, está situado debajo del acoplamiento de las alas y detrás de los pilotos. Y la segunda es que la hélice se pliega entera, con palas y todo, quedando dentro del morro. Con esto (y el tren retráctil) se logra un fuselaje limpio y esbelto, que volando a vela no parece que tenga ni motor ni hélice...
En Constanza (Alemania), 2017.
El primero voló en 1986 y tras el proceso de certificación empezó a fabricarse en serie a partir de 1990. Ya se imaginarán que en un trasto así se pueden hacer vuelos memorables. Mi favorito es el que hizo Klaus Ohlmann en el 2000 en Argentina, consiguiendo un récord de distancia de 2.463 kilómetros sin motor. Sí, han leído bien. Sin motor. Sólo lo utilizó para despegar y ganar altura suficiente para empezar el vuelo (es decir, "el remolque"). El vuelo duró 14 horas y por tanto consiguió 175 km/h ¡de media!.
Un S-10 sobrevolando Porec. Fíjense en el gran alargamiento y las proporciones de velero. Croacia, 2017.
Por dinero no será, claro. Un S-10 nuevo costaba (ya no se fabrican) de 300.000 pepinos en adelante. Y de segunda mano no son precisamente baratos. Impresiona que se hayan construido casi 300 de estos especialísimos aviones. Que por otra parte, aunque lo ponen muy bien no es perfecto. Stemme ha intentado pulir varios de sus problemas y desde el 2016 sólo fabrica su sucesor mejorado Stemme S-12 Twin Voyager.
Vean la diferencia de proporciones entre un S-10 (arriba a la derecha), un motovelero de viaje típico (un Super Dimona a su izquierda), una avioneta convencional (abajo a la izquierda una Cessna 177 Cardinal y en el centro una Piper Archer), y finalmente un ultraligero moderno (abajo a la derecha un VL-3 Evolution). Friedrichshafen, Alemania, 2018.

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