En el vuelo a vela, la clase Open de competición ha dado lugar a algunos de los aviones más extremos. No hay restricciones, salvo el peso máximo al despegue: 850 kilos. Desde que se introdujo el Schempp-Hirth Cirrus, el primer velero "de plástico" que ganó el campeonato mundial en clase open en 1968, se han hecho un total de 26 campeonatos en esa clase. Los veleros Open, con alguna excepción, parece que han hecho una carrera para conseguir cada vez más envergadura, alargamiento y planeo.
El Schleicher ASW 22 ha ganado 7 veces - el que más, y su derivado Binder EB29 otras 4. El "22" voló por primera vez en 1981. Era y es una exageración. Las últimas versiones (BL y BLE) tienen 26,4 metros de envergadura (¡!) con un fuselaje sólo un poco más largo (8 metros) que un velero clase estándar (uno típico como un DG-300 tiene unos 7 metros de largo y 15 de envergadura). Un Binder EB29 llega a los 29,3 metros de envergadura, es decir, como un Douglas DC-9 (¡!). Las alas son inacabables. Consiguen planeos de más de 1:60 (¡!).
Esto fue posible gracias a la fibra de carbono y otros materiales modernos, que permitían construir esas alas con la resistencia estructural necesaria. el Diseñador Gerhard Waibel (la W en los veleros Schleicher) introdujo además perfiles ultramodernos y un sistema de soplado para controlar la capa límite. Debajo de cada plano hay dos tomas pitot. El aire se dirije a unos 800 agujeritos "turbuladores" situados en toda la envergadura, algo por delante de la unión con el flap o alerón, con la idea de evitar la separación del flujo laminar. Además de ganar campeonatos, estos chismes realmente impresionan por las prestaciones. Por ejemplo, el famoso Hans Werner Grosse utilizó en 1985 uno para conseguir un récord en circuito triangular de 750 km, a casi 160 km/h. Les recuerdo que sin motor (¡!).
Este piloto de mirada decidida ha elegido una conocida marca comercial de lentes progresivas y un ASW 22BE. Seguramente para ver mejor el panel de instrumentos. En el centro de Zaragoza, 2014.
Luego bajo el punto de vista de volar muchísimo, un velero clase Open es "lo más". ¿Mola? ¿me gustaría volar en un ASW-22? Pues la verdad es que no mucho. Es demasiado extremo y orientado a la competición. Necesitas mucha experiencia para aprovechar ese potencial. No olviden que por mucho que planeen la tira, ¡también hay que subir!, y eso es más fácil en casi cualquier otro tipo de velero. Además son unos armatostes: enormes, pesados, complicados de montar y desmontar, más delicados de remolcar... y carísimos, claro.
Se hicieron sólo 87 ASW 22 en una larga carrera de fabricación de 1981 a 2008 (de su derivado biplaza ASH-25 se han hecho el triple). Acabo de ver a la venta uno de 1983 con 3.050 horas, por 44.500 euros. Es viejito y hace mucho que no es competitivo ("sólo" tiene alas de 22/24 metros, que "sólo" consiguen 1:54 de planeo). Porque si quieres uno realmente competitivo tiene que ser un Binder EB29, y vaya preparando del orden de medio millón (¡!). Supongo que por la posibilidad de ganar un campeonato del mundo y por tener un planeo de casi 1:70 tampoco es tanto...
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