Pongamos que a Vd. le gustan los cazas de la Segunda Guerra Mundial pero no tiene ni la pasta ni la destreza necesarias para volar en uno auténtico. Una posible solución es hacer uno a escala. Y si el caza que realmente le apasiona es el Spitfire, que es muy bonito, rápido y emblemático, puede construir un Supermarine Aircraft Spitfire. O al menos se podía hasta hace poco, no tengo claro que siga estando disponible.
Entre las muchas curiosidades de la muestra de aviación de Farnborough. Este Mk.26 es en realidad G-CEFC y está pintado como un Mk.XIV de 1944. Todas las fotos en Inglaterra, 2018.
El piloto y mecánico australiano Mike O’Sullivan empezó a pensar en hacer un Spitfire a escala (que volara) en los años 80. Parece que hizo primero una versión más sencilla para él y luego el que se convertiría en el prototipo del kit. En todo caso para 1994 ofrecía su kit para construir un Spitfire Mk.25 (las variantes del Spitfire terminaron con la Mk.24). El avión era monoplaza y estaba hecho a escala 75% de una versión Mk.V original. Llevaba un motor Jabiru de 8 cilindros y 180-200 HP (que ya no se fabrica).
La réplica a escala es impresionante, sí. Pero no llega a convencer como un Spitfire genuino.
La réplica a escala estaba hecha en aluminio aeronáutico y resulta curioso compararlo con el Mk.V original, que llevaba un motor Rolls-Royce Merlin de casi 1.500 HP. La réplica pesaba vacía 450 kilos (2.200 el Mk.V) y la velocidad máxima era de 300 km/h (600). Tiene tren retráctil, su complejidad, y para el tamaño y la potencia era rápida, claro. En realidad, había que verlo como un avión ligero mono, con buenas prestaciones, pero nada que ver con un auténtico caza de combate de los años 40.
El caso es que la gente pedía una versión biplaza. Supermarine Aircraft lanzó entonces la versión Mk.26, que tenía el fuselaje al 80% de escala para permitir llevar dos personas en tándem, pero conservando las alas originales al 75% (¡!). También se fueron ofreciendo motores de coche modificados en la propia fábrica, de 220 hasta más de 400 HP, para “aproximarse más al caza”. Al final resolvieron hacer la versión Mk.26B, con un fuselaje a escala 90% pero las alas al 75% (¡!). En este avión la verdad es que empieza a verse un poco la desproporción entre alas y fuselaje respecto a los Spitfire “de verdad”, aunque en general sigue dando el pego.
El detalle de los 12 escapes y la portezuela lateral, esfuerzos para parecerse al original.
La versión Mk.26B con el motor V8 de un Chevrolet Corvette modificado es un pepino que supera los 400 km/h. Lo ponen muy bien. Es un avión evidentemente exigente, pero queda lejos del caza de la guerra. Llevan unos 100 aviones vendidos de todos los tipos, lo cual resulta algo sorprendente para un chisme que cuesta (o costaba) de 300.000 machacantes en adelante, más mil doscientas horas de construcción (o probablemente más). Personalmente creo que me compraría un Stemme… y no dedicaría nada a construir. Pero va en gustos.
¿Y por qué no hacer una réplica al 100%, dirán Vds? Pues… porque acabarías con algo parecido un Spitfire tal cual, claro. Es decir, necesitarías un motor grande y potente, y tendrías que pilotar un chisme muy rápido, complejo y delicado. Moderno, sí, pero caro y para muy pocos. Y si tienes las libras y sabes llevar algo así… mola más uno auténtico.
Ya hay quien se está dedicando a hacer un escuadrón de Spitfires a escala (¡!). En Inglaterra, claro. Por el momento llevan cuatro hechos, pero la idea es que sean una docena…. Eso porque los Spitfire de la guerra se organizaban en escuadrones de 12 aviones con dos “vuelos” (flights), A y B, con 6 cazas cada uno. Suponiendo que lo consigan tiene que ser un espectáculo.
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