El Stephens Akro cambió por completo el concepto yanqui del avión acrobático de competición. Y su influencia dura hasta nuestros días, ya que los Extras y Zivkos se basan en él. Previamente los aviones acrobáticos serios debían ser biplanos, como una Pitts Special. Desde entonces, los monoplanos dominan porque son más veloces y sobre todo es más fácil juzgar la precisión de las maniobras.
El Haigh Superstar muestra su impresionante currículum. La construcción es tradicional: tubo de acero soldado para el fuselaje, ala hecha de una pieza en madera. Kalamazoo, USA, 2019.
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Clayton Stephens diseñó el Akro para la construcción amateur. El objetivo era que cada piloto se hiciera su monoplaza acrobático, dentro de un conjunto básico de especificaciones: el avión está pensado para +12G/-11G. El encargo venía de Margaret Ritchie, que había ganado el campeonato femenino yanqui de acrobacia en 1966 en un Taylorcraft. El nuevo avión voló en 1967. Pero el cambio no fue revolucionario sino más bien gradual, y en él tuvieron un papel destacado al menos dos pilotos extraordinarios.
Vean las "azadas" bajo los alerones, que los hacen más efectivos.
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Hay que decir también que no había nada nuevo bajo el sol: el monoplano acrobático se conocía desde antes de la segunda guerra mundial. Tras la guerra fueron los países del este los que empezaron a introducir nuevos aviones acrobáticos, como los Zlin Trener checos y Yakovlev Yak-18 rusos. Estos aviones fueron desbancando a los biplanos Bücker, Stampe y Tiger Moth de la competición.
El fondo de la cabina es transparente para tener más referencias en las maniobras acrobáticas.
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Pero para los yanquis sólo se podía competir con biplanos Pitts Special o similares. Porque eran (y son) unos aviones impresionantes. Henry Haigh empezó a competir con una Pitts Special en 1970 y estuvo compitiendo al más alto nivel 20 años. Alternaba biplanos y monoplanos: su Haigh Superstar es un Akro mejorado con el que llegó a ser campeón del mundo de acrobacia en 1988. Con 64 años (¡!).
El Laser 200 en el Museo del Aire y del Espacio. Washington (USA), 2019.
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Pero probablemente el piloto más influyente en el desarrollo del Akro como referencia para la acrobacia fue Leo Loudenslager, que ganó 7 títulos USA y fue campeón del mundo con su Laser 200 en 1980. Este avión empezó siendo un Akro y a lo largo de más de 10 años de refinamientos continuos se convirtió en un avión casi reinventado, con aproximadamente un 10% del original (¡!).
Aunque muy modificado, la base y la construcción del avión es la misma que el Akro.
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Mr. Loudenslager encargó planos de un Akro en 1969 y lo voló en 1971. Pero muy pronto empezó un proceso un tanto obsesivo de modificación del avión, buscando el mínimo peso y la máxima resistencia. En 1975 decidió rehacer por completo casi todo: ala nueva con distinto perfil, mandos, motor, hélice... y un nombre nuevo. Todos los tornillos estaban cortados enrasados para ganar cada gramo.
Hubo mucha presión para quitar la publicidad de cerveza del avión, pero el museo es estricto en dejar los aviones con el aspecto original.
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Loudenslager había pensado y encargado un nuevo avión todavía más extremo, el Zivko Shark, cuando un accidente de moto acabó con él en 1997.
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