domingo, 22 de octubre de 2023

Colditz Cock

Estamos en 1943 en Colditz, un castillo renacentista cerca de Leipzig y de la frontera con la actual Chequia, reconvertido en prisión para oficiales aliados. Al teniente Anthony Rolt, que ni siquiera era aviador - siempre le gustarían los coches de competición - se le ocurrió que se podría escapar de allí con un planeador lanzado desde el tejado (¡!). Y lo construyeron. No llegó a volar, pero permanece como una de las ideas más originales para intentar una fuga. Una de mis favoritas, puede que la que más, o puede que la segunda, después de ésta.

 

La réplica con su entelado de cuadritos. Norfolk & Suffolk Aviation Museum, Inglaterra, 2018.


Hace falta mucho ingenio, energía y tiempo para hacer algo así. La aventura se ha contado en libros, películas, documentales y hasta juegos de ordenador. Sigue siendo fascinante. La idea era simple: construir el avión, lanzarlo con dos tipos dentro durante una alarma antiaérea (en las que se apagaba todo), volar hasta un prau situado más abajo, al otro lado del río, a cosa de un kilómetro, aterrizar y tranquilamente escapar de los nazis. Total, . Pan comido.

 

Sólo se conserva una foto del Colditz Cock auténtico. Está en un sitio diferente de donde se construyó y al parecer fue tomada por un periodista días después de la liberación.

 

Por increíble que pueda parecer, se pusieron a ello. Rolt contactó con Bill Goldfinch y Jack Best, que al menos eran pilotos, y además se habían fugado por un tunel de otro campo de prisioneros antes de ser capturados de nuevo (si no la han visto, dejen todo lo que estén haciendo y disfruten de La Gran Evasión). El equipo se puso a trabajar, y encontraron una muy inesperada ayuda en un libro titulado "Aircraft Design" (diseño de aviones), que estaba disponible en la biblioteca (¡!). Mientras tanto, los presos seguían intentando fugarse por otros medios, existe una lista documentada. ¡Y varios lo consiguieron!

 

Diagrama general del planeador realizado por Goldfinch. Vean la posición espalda contra espalda de los dos tipos, y la construcción en madera clásica de la época.

 

Imagínense el numerito de construir un planeador en una prisión de alta seguridad en la que los guardas saben que vas a intentar fugarte (había la tira de intentos previos) y están todo el día pendientes. Bueno, pues lo hicieron. De hecho, les ayudó el que la idea era francamente absurda. Los nazis serían malos, pero no tontos. Esperaban que se fugaran por túneles o todo tipo de subterfugios, no algo tan... disparatado.

 

La réplica voló a torno sin problemas.


El caso es que diseñaron el avión y se pusieron a construirlo. En una habitación disimulada de un ático encima de la capilla (¡!). Hay que tener en cuenta que los alemanes no pensaban en que una fuga iba a tener lugar desde el techo, aunque de todas maneras los guardas también pasaban por allí, con lo que hubo que poner un sistema de alarma. Y a partir de ahí, a conseguir materiales, fundamentalmente madera, pero también cosillas metálicas, como los cables de control y una variedad de herrajes. Impresiona revisar la lista de herramientas que fabricaron a partir de objetos variados, robados, reutilizados o conseguidos con sobornos a los guardas (¡!).

 

La habitación del ático estaba situada detrás de una falsa pared que la ocultaba de la vista de los guardas. El improvisado taller era pequeño. Sobre 40 prisioneros colaboraron haciendo piezas y en un sistema muy elaborado de vigilancia par avisar de que venían los guardas.

 

El planeador, bautizado Colditz Cock (el gallo de Colditz) tenía la pinta general de un Grunau Baby. Con algo menos de envergadura (unos 10 metros), se le supone un planeo de 12 (¡!). El piloto iba en la cabina abierta - sin ningún tipo de instrumento - y el pasajero iba sentado a su espalda en el fuselaje, mirando hacia atrás. Estaba todo entelado en tela de sus sábanas, a cuadritos blancos y azules. La tela se barnizó con sopa de mijo de sus raciones (¡!). Para despegar del tejado, planeado para la primavera de 1945, pensaban utilizar un sistema de catapulta en el que una bañera llena de cemento se tiraría por un agujero y su fuerza impulsaría un sistema de poleas que lanzaría el avión (¡!).

 

Hay que tener muchas ganas de fugarse y mucha sangre fría para fiarte de salir catapultado de noche en un avión en el que no has volado nunca, sobrevolar los tejados de la ciudad, cruzar el río y aterrizar sin problemas. Para luego escapar de la Alemania nazi sin que te pillen.

 

El avión estaba casi terminado cuando los americanos les liberaron el 15 de abril de 1945. Nunca llegó a volar (¡!). Como el castillo quedó en zona soviética, no se sabe qué fue del avión. Sospecho que terminó como leña... Pero Goldfinch se llevó sus planos. Se han construido a partir de ellos un par de réplicas a tamaño real. La que les muestro hizo varios vuelos a torno en 2001. Otra se probó desde el tejado del castillo en 2012 (¡!). Aunque no llevaba piloto sino un sistema de radio-control, voló sin problemas hasta aterrizar a través del río en una zona llana (¡!).

 

Por especular, ¿quiénes hubieran sido los afortunados? ¿Goldfinch y Best? ¿u otros? (esto a lo mejor se cuenta en alguno de los libros) ¿Hubieran conseguido escapar en el planeador? No es tan disparatado. La réplica lo consiguió. ¿Y llegar a la zona aliada? Pues... fácil desde luego no hubiera sido, especialmente al final de la guerra con un país sumido en el caos. Pero cosas más raras se consiguieron en aquella locura.

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