A principios de los 70 la fuerza aérea yanqui decidió lanzar un concurso para un avión no tripulado (en el sentido de no llevar el piloto dentro) que pudiera hacer reconocimiento aéreo y de comunicaciones, alcanzando alturas enormes (20.000 metros) y pudiendo mantenerse en vuelo hasta 24 horas. Para lograr eso necesitaban aviones bastante más grandes y pesados que los chismes no tripulados previos.
El segundo prototipo (el primero se perdió) fue a parar al Museo de la Fuerza Aérea en 1979, tras la cancelación del programa. Vean que la larga envergadura tiene sus riesgos: la punta del plano derecho está rozada. Dayton, USA, 2019. |
La propuesta de Boeing fue el modelo YQM-94 B-Gull o Compass Cope B, por el nombre del programa. La compañía rival Ryan compitió con un avión similar, Compass Cope R, derivado del Firefly. El modelo de Boeing voló en 1973 y era practicamente un motovelero a reacción (¡!). Las alas finas y largas (más de 27 metros de envergadura) y el turboreactor de 2.300 kilos de empuje permitían volar muy alto, durante más de 24 horas, aunque no particularmente rápido (velocidad máxima de unos 600 km/h).
La pinta de velero es evidente, pero pesaba casi 6 toneladas al despegue. |
El avión estaba atiborrado de tecnología. Para empezar, el control remoto, que incluía televisión nocturna, enlace por radio y radar. El vuelo podía preprogramarse en parte o totalmente, incluyendo procedimientos de emergencia y recuperación. Y luego estaba el equipo previsto para sus misiones, claro. ¡Piensen que estamos en los años 70! Incluso necesitando pistas convencionales (grandes y largas), se pensaba que tendría muchas ventajas sobre los satélites.
No sé si para hacer el Global Flyer se inspiraron en el avión de Boeing. |
Boeing ganó el concurso, pero el programa finalmente fue cancelado en 1977. Los militares pensaron que no lo necesitaban, que tenían aviones tripulados disponibles como los U-2 y F-4, y que los siempre escasos dineros se gastarían mejor en otra cosa.
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