El capitán James H Brodie
tuvo una de las ideas más originales
- ¡y funcionaba! - en 1942, durante la Segunda Guerra
Mundial. Un sistema de despegue y
aterrizaje para aviones ligeros sin pista. La idea era montar un cable de acero de unos 180 metros de
largo colgado de unos postes. Para despegar, el avión se colgaba de un aparejo que rodaba por el
cable, y que dejaba libre cuando volaba. Para "aterrizar", se trataba de enganchar el mismo artilugio con el
garfio especialmente montado en el fuselaje, que frenaba el avión cuando lo
atrapaba. ¿No se lo creen? Véanlo.
Potencialmente, esto era la leche. No sólo podías prescindir de
las pistas, sino que además era portátil. Y lo podías montar
prácticamente en cualquier parte. Todo lo necesario (postes, cables, poleas,
herramientas) se podía transportar en camión o incluso lanzar en paracaídas. Un
equipo de 9 personas podía montarlo en unas horas. Cualquier barco lo
suficientemente largo se convertía en un portaviones.
¿Impresionante, no? En la práctica, se
quedó en nada.
Uno de los aviones que se utilizó
para probar el invento fue el Stinson
L-5 Sentinel, o "jeep del
aire", también de 1942.
Específicamente diseñado para los militares, a diferencia de otros aviones de
observación como Los Taylorcraft L-2, Aeronca L-3 ó Piper L-4 (que eran
avionetas civiles un poco "maquilladas"), el avión era bastante más robusto y capaz. Pensado para
volar desde y a pistas cortas y poco preparadas, podía llevar un herido en una
camilla, ó más de 100 kilos de carga, además del piloto y el observador.
Es mucho menos conocido que los otros aviones de observación y enlace
yanquis de la época. Y eso que se hicieron más
de 3.500. No se dejen llevar por el romanticismo: ¿Prefieren una linda
Piper Cub militar - la L-4 "Grasshopper" - con un miserable motor de 65
HP? ¿O más bien una L-5 con un motoraco de 185 HP que en un momento dado te
puede sacar de un atolladero?
Yo no lo dudaría. Aparte de que
ahora son mucho más raras y preciadas.
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