El Piaggio P.180 Avanti es un chisme realmente diferente. Si uno piensa en un turbohélice bimotor pequeño, de unas 8-10 plazas, lo típico es algo como un Twin Otter, o si prefieren algo más refinado, mono y rápido, una King Air. El Avanti está en otra dimensión, es “casi” un reactor. Su argumento principal de ventas es ése: que prácticamente vuela igual de rápido, es mucho más barato de operar y en general más cómodo. En crucero rápido a unos 700 km/h se pone casi al nivel de un Citation Jet.
D-IZZY es un Avanti a secas del año 2000, ya mayorcito, de una empresa de charter de lujo llamada AirGo. La matrícula alemana es un juego de palabras con mareado en inglés. En Madrid - Barajas, 2018. |
Y además… ¡qué pinta! Parece sacado de un cómic. Las líneas futuristas, las 3 superficies horizontales (con unas alas largas y finas, “de velero”, y una cola en flecha al estilo de uno de sus creeadores iniciales, Learjet), los turbohélices Pratt & Whitney Canada PT6 de 850 HP con las hélices por detrás del ala, y el fuselaje todo curvo, lo hacen característico. Y pienso que muy bonito. Más todavía para un avión que voló por primera vez en 1986, lo que dice mucho del avanzado diseño de aquel entonces, y de que con sucesivos altibajos siga vendiéndose hoy, aunque parece que con dificultades.
El diseño aerodinámico es la clave de las prestaciones. Según los fabricantes el plano delantero no es canard, porque no controla el cabeceo. Hay que pensarlo como un juego delantero de alas adicional, con diferente incidencia, para evitar la entrada en pérdida, y que por cierto tiene su propio juego de flaps. El ala es fina, larga, con carga alar elevada y con otro buen juego de flaps. Y por lo demás, es completamente clásico en control porque los elevadores, timón y alerones están donde habitualmente (en la cola y las alas).
Una de las cosas que más me gusta es el fuselaje. Aunque parezca que no, el Avanti está hecho en chapa de metal (su antigua competencia, el Beechcraft Starship era de plástico, y le fue mal por eso: costaba mucho fabricarlo). Sin embargo, tiene una líneas redondeadas y “fluyentes” exquisitas. De hecho, consigue tres cosas clave: contribuye a que el flujo en la parte de delante del avión sea laminar, logra generar por si solo hasta el 30% de la sustentación (¡!) – con lo que las alas pueden ser más pequeñas, y finalmente logra un espacioso salón en la parte de los pasajeros. A los que ni siquiera les estorba el larguero de las alas, porque queda por detrás.
Impresionan las pruebas en vuelo, como ésta o ésta. Como ya les he contado muchas veces, pocas pruebas en vuelo son malas. Pero a este cacharro lo ponen realmente bien. Y sin embargo, sólo se han hecho unos 250… en sus ya treinta y tantos años en el mercado. Y eso sin haber competencia directa: los turbohélices clásicos están claramente por debajo, y puede que los reactores un poco por encima.
Entonces, si vuela bien, es casi tan rápido como un reactor, cuesta parecido comprarlo (piense en unos 8 milloncetes nuevo, bastante menos de segunda mano), pero tiene una clarísima ventaja de operación (puede que cueste la mitad), ¿por qué no hay la tira de Avantis? No lo sé. Puede que los compradores o usuarios de este tipo de chismes sean más bien conservadores en su planteamiento, y perciban un reactor como algo más seguro y rápido. Por algo será que se han fabricado más de 2.000 Citation Jets, y si cuentas los parecidos Phenom, PC-24, Learjet… otros mil y pico más.
Este Avanti II con matrícula española EC-LPJ es de 2011 y lo utiliza Gestair para charter de lujo. En Madrid - Barajas, 2018. |
Y aunque sea una aberración y algo completamente insostenible reconozco que me gustaría que me dieran una vuelta en un chisme de estos. Incluso sabiendo que sentarse en el puesto del segundo (el avión está pensado para un solo piloto, pero puede llevar dos) tiene más miga de la que parece, porque la cabina por delante se estrecha mucho.
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