Vean al maestro.
Admiren lo que puede hacer un piloto excepcional como el húngaro Péter Besenyei a los mandos de un Extra 300. No es sólo
la aparente facilidad para hacer figuras
tradicionales amplias, sin esfuerzo, como si subir o bajar fuera lo mismo y
girar en cualquier dirección cosa de nada. Es que en las manos de pilotos como
éste, los aviones parecen transgredir su
propia condición de avión y hacer cosas en el aire que parece que no les
corresponden.
En la actualidad la
superioridad en la acrobacia de alto nivel de los Extra 300 es
avasalladora. Miren los resultados de las competiciones de los últimos años
y comprueben la cantidad de Extras 300/330. Joer, si hasta en los campeonatos
rusos dominan los Extra 300, sobre los antaño todopoderosos Sukhoi.
Walter
Extra desarrolló el Extra 300 del anterior Extra 230. Voló por primera
vez en 1988 y está pensado para
hacer acrobacia: tiene una
maniobrabilidad extrema, un peazo de motor de 300 ó 330 caballos (lo que le da
la denominación), muy poco peso (menos de 1000 kilos completo), muy poco tamaño
(8 metros o menos) y unos mandos enormes.
El avión está pensado para aguantar 10G positivas o negativas. Para eso tiene un fuselaje de
tubo de acero y un ala con largueros y
recubrimiento de fibra de carbono. Tiene perfil simétrico, no tiene
incidencia y no tiene diedro. Luego le da
igual estar en vuelo normal o invertido.
Un Extra 330 SC, el monoplaza
más moderno de Extra, pensado para la categoría ilimitada. Aero -
Friedrichshafen, Alemania, 2016.
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Todas estas monadas hacen que un chisme de estos cueste del
orden de 350.000 boniatos. O menos
de segunda
mano, pero en todo caso un congo. Me parecen unas máquinas
impresionantes, desde luego. Pero creo que me gusta más el hermano
pequeño.
Hace
poco ha volado una versión eléctrica de la que ya
les había hablado. Los responsables del proyecto especulan con aviones eléctricos de 100 pasajeros en 2030... ya se verá.
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