domingo, 10 de abril de 2016

CRJ 200

Pequeño y grande son términos relativos. Me hace gracia que haya mucha gente que considere pequeño al Bombardier Canadair Regional Jet 200: una máquina que mide casi 27 metros de largo, pesa 24 toneladas,  y que ¡vuela! con 54 personas dentro.

Un CRJ 200 en Barajas, 2007.

El avión deriva del proyecto de un reactor ejecutivo, el LearStar 600, que Bill Lear vendió a Canadair en 1976, y del que empezó un largo y complicado desarrollo en dos líneas principales, con mucho dinero público y al parecer poca transparencia. Por una parte se hizo una línea de reactores ejecutivos: los Canadair (posteriormente Bombardier) Challenger 600.

En Zaragoza, 2009.

Por otra, y aprovechando que el fuselaje era lo suficientemente grande para llevar filas de 4 asientos, ya desde el principio se pensó en un avión de transporte regional alargando el fuselaje. Esto finalmente se hizo y el primer Canadair CRJ 100 voló en 1991, con ese nombre, aunque la empresa pública se había vendido ya a Bombardier.  El avión era casi 6 metros más largo que el Challenger 600 y permitía llevar 50 pasajeros. El CRJ 200 es igual, pero con motores más eficientes.

Camino de La Coruña, 2009.

Bombardier ha seguido alargando el fuselaje hasta extremos casi cómicos: los sucesivos desarrollos  "largos" CRJ 700, 900 y 1000 pasaron a tener fuselajes de 32,5 - 36,4 y ¡39 metros! que es casi el doble de el Challenger 600 original.

En el Aeropuerto Ronald Reagan de Washington, 2015.

He volado unas cuantas veces en estos aviones y me gustan. Se han hecho más de 900 y en su momento eran muy apreciados. Pero hay gente que les tiene paquete: les parecen pequeños, incómodos, ruidosos y que dan muchos saltos en vuelo. Esto le ha valido apelativos poco apreciativos como "el avión de la Barbie", "carroza de satán", "autobús volador" y "futura lata de cerveza". Nah. Están muy bien.

En el El Prat, 2016.

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