Este año he vuelto a Friedrichshafen a ver la feria de la
aviación AERO, una gran muestra de aviación no militar y no comercial. La
feria es interesantísima. Pero lo que no
es la feria, también. Durante 4 días pasan por el aeropuerto literalmente miles y miles de aviones, lo que es un
espectáculo por la variedad y la cantidad.
Un spotter con unos
prismáticos enormes y su libreta de matrículas.
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Porque allí hay de
todo. Mezclados con algunos vuelos
comerciales un enjambre de ultraligeros,
avionetas, motoveleros, jets privados
y helicópteros despegan o aterrizan
constantemente. Para añadir emoción, varias veces al día un dirigible se pasea parsimoniosamente
por el cercano lago Constanza y sobrevuela el aeropuerto. Todo este tráfico
aparentemente no supone ningún problema...
algunos podrían aprender.
Grupo de spotters en
acción.
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La increíble diversidad de aeronaves atrae una gente muy
curiosa: los spotters o cazadores
de aviones. Yo creía pertenecer a esta tribu. Pero aquí me he encontrado a auténticos
profesionales. Y estoy lejos de llegar al nivelazo que he visto.
Mr. and Ms. Spotter con sus grandes teleobjetivos.
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El auténtico spotter es un tipo (hay mujeres, pero no muchas) armado con su equipo (bi o monoculares
potentes para mirar, cámaras - varias - con grandes y caros teleobjetivos para
fotografiar, libreta para apuntar y equipo de supervivencia en función de la
situación: gorro, impermeable, agua, galletas...) que se dedica a localizar, fotografiar y registrar cualquier chisme
aéreo que aparezca.
El equipo básico de un spotter.
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Esto llega a niveles un poco obsesivos:
absolutamente todos los aparatos,
aunque sean del mismo tipo son fotografiados y sus matrículas cuidadosamente apuntadas. De hecho si alguno se
pierde una, otro rápidamente se la proporciona amablemente.
Un spotter apuntando la última matrícula vista.
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El spotter es paciente, sufrido, sistemático y
prácticamente incansable. Patrulla
el perímetro del aeropuerto para no perderse ningún avión aparcado. Localiza
los sitios favorables y allí se pone durante horas seguidas a cazar. Hay de
muchos sitios, pero es sorprendente la cantidad de británicos que se dedican
a esto.
Un spotter británico.
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Se puede hablar con un spotter. Son educados, amables y saben la tira. Yo creía que entendía de
aviones. Jah. Ni puñetera idea. Un spotter genuino conoce inmediatamente
cualquier avión, de qué serie, qué modificaciones y mil cosas más. Pero cuando un nuevo avión aparece, no
moleste.
Algunas presas de los spotters: una Cessna
Corvalis se dirige a cabecera, un Dornier
328 despegando y un vistoso North
American T 28 dando envidia.
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