El 18 de mayo de 1996 fue un día
señalado. Hice el examen para obtener el título de piloto de vuelo sin motor, en el Blanik Papa-Eco. Luego con el
mismo avión hice una toma de precisión
en un espacio marcado de 50 metros. Me pasé un poco, pero me la dieron por
buena. Y finalmente, me soltaron en el
Pirat Sierra-November.
Un día para recordar: por primera vez vuelo un monoplaza. De arriba a
abajo: probando la radio, en remolque y aterrizando. Monflorite, 1996.
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Por aquel entonces el Pirat (Pirata) tenía 30 años de diseño (primer
vuelo en 1966). Y el avión en que
volé más de 20 años desde que salió de fábrica. En comparación con los veleros modernos
de plástico era un velero viejo de
madera y tela, con menos planeo y prestaciones. Pero amigo: era entrar en otro mundo. ¡Volar por primera vez un monoplaza!, e iniciar una época de
aprendizaje muy interesante.
El Yanqui - Yanqui aterrizando con todos los frenos fuera. Santa Cilia
(Huesca), 2006.
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De 1996 a 1999 volé mucho en SZD
30 Pirat, y tengo muy buenos recuerdos. De los del Club, mi favorito
era el Sierra-November (EC-CSN),
pero de vez en cuando me tocaba el India-November
(EC-CIN). El uno, con juego en los mandos. El otro, con más juego todavía. El primero con las
superficies de mando azules, y el segundo rojas. Como todos los aviones de
madera, "crujía" en vuelo.
A veces entrabas en una térmica potente, te ponías a girar, y crac, algo sonaba como si una rotura
fatal fuera a deshacer el avión.
J aterriza en Santa Cilia en el Sierra - November tras completar una
prueba del XXX Campeonato de España de Vuelo sin motor, 1998.
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Lo recuerdo como un avión encantador: maniobrable, ágil, preciso, con aerofrenos muy potentes. Los
primeros vuelos los dedique a ir esquivando térmicas. Pero empecé a mejorar. En
un momento dado, una de las situaciones que me encantaba era subir más que
otros aviones, pasándolos por dentro de la térmica: el avión podía virar muy
inclinado y relativamente despacio en el corazón más potente de la térmica,
subiendo apreciablemente más.
Despedida del Sierra - November con una estampa clásica: aupa en brazos
en la ladera de Monflorite. Con el Pirat se podía volar hacia atrás los días de
viento potente. Huesca, 1999.
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Con la práctica, fui puliendo mi
técnica de vuelo a vela. Hice varios intentos de conseguir la permanencia (un vuelo de al menos 5
horas sin motor), pero nunca lo conseguí en Pirat (tengo un vuelo de 4:40 y
otro de 4:30... dita sea). Sobre todo, empecé tímidamente a hacer distancia. Ir a la Sierra de Guara, que en línea recta está a unos
25 km, pero que para mi eran como 25.000.
El India-November en vuelo (superficies de mando rojas). Santa Cilia,
Huesca, 2000.
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Un día viví algo que no he
repetido (afortunadamente). Se acercaba un frente
de tormenta y decidí aguantar en el aire. Error. Inmediatamente antes del frente, me metí en una zona en la
que comencé a subir fenomenal. Y
luego mucho más. Ante mis
horrorizados ojos vi como el vario marcaba
+30 m/s, mientras subía como un cohete. Absolutamente acongojado, saqué los frenos y piqué para salir de aquello a toda
velocidad y aterrizar.
Consigo llegar a la sierra (y volver volando): el Salto de Roldán desde
el Sierra-November. Huesca, 1998.
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En 1998 llegó el primer monoplaza
de plástico al Club: un Grob Astir Jeans.
Y en el 2000 un segundo, un Astir CS.
El Club tuvo que devolver el Sierra - November en 1999. Y además volaba en
avioneta y en todos los biplazas. Los Pirat dejaron de ser tan interesantes. Ocasionalmente,
alguna vez salía a volar con uno. Mi último vuelo en Pirat es de 2004: en
total, 40 vuelos y más de 50 horas de vuelo, en uno de los aviones que más me han enseñado.
Practicando para el C de plata.
Una foto del punto de viraje en el centro de Huesca Capital. A la antigua, con
cámara de fotos de película. 1997.
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El Pirat tiene sus cosas originales. Prácticamente en todos los
veleros se desmontan los planos izquierdo y derecho. En el Pirat hay tres partes: una sección central plana
(que pesa una tonelada) y las dos puntas con los alerones. Es de segunda generación: aunque tiene perfil laminar, está hecho en madera y tela. Pero muy bien hecho: las
alas se conformaban en moldes de cemento y la superficie es buena. Consigue un planeo de 31 -
33
(según fuentes), que está muy bien para un
velero clase estándar de su época. Y hasta tiene urinario.
Para la posteridad queda un Pirat sin matrícula entre la T1 y la T2 de
Barajas. A la gente no parece llamarles mucho la atención. Pero a mi me gusta.
Madrid, 2012.
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Se hicieron hasta 1980 más de 800 Pirat, lo que se explica
porque era relativamente barato y
porque durante bastante tiempo los plásticos se consideraban menos adecuados
para pilotos novatos. En mi previsto
(pero improbable) museo de aviones históricos en vuelo, me encantaría tener uno.
Desgraciadamente, problemas con el
encolado de los largueros alares han hecho que saliera un boletín
que obliga a la inspección periódica
y limita mucho las velocidades. Así
que cada vez será más difícil verlos en vuelo. Pero que me quiten lo bailao.
El Yanqui - Yanqui, último Pirat del Club, en su remolque. No vuela
desde 2008. Un grupo de socios ha pensado en ponerlo en vuelo, pero no sé si
será posible. Monflorite, 2014.
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En un despegue normal iba yo tan tranquilo despegando por la 31 cuando de repente la cabina del Pirat SN se abrió violentamente, quedando colgada a la derecha. De un movimiento reflejo cogí la bola del mando, cerré la cabina y aseguré el cierre. Uf.
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