Todas las armas me despiertan miedo y odio, pero los misiles me parecen particularmente perversos: alguien lo lanza que no está
al alcance de los que lo reciben. Es juego sucio, no hay riesgo. Por esos
motivos, este avión que les presento no me gusta. Pero sí que me parece
interesante porque es un notable logro técnico y uno de los primeros
antepasados de los misiles actuales: se trata del misil antibuque Henschel
Hs 293, que en realidad es un
pequeño planeador teledirigido.
Una bomba guiada Henschel Hs 293 en el Luftwaffen Museum.
Berlín, 2008.
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Aunque hay precedentes en la Primera Guerra Mundial, las
primeras bombas volantes guiadas operacionales las usaron los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Ésta en concreto empezó en 1939 como una
bomba volante pura (sin sistema de control), que fue desarrollada por Herbert Wagner
en algo mucho más sofisticado. Se instaló un sistema de guiado por radio-control
y debajo de la bomba un motor cohete
Walter de combustible líquido.
Una bomba con pequeñas alas y cola. Apenas tiene 3,1 metros de envergadura. Technikmuseum, Berlín, 2008. |
El cohete servía para acelerar la bomba hasta unos 850 km/h, tras soltarla del avión que la llevaba, pero sólo duraba unos 10 segundos. A partir de ahí seguía sin motor, volando a unos 560 km/h y descendiendo más o menos con un planeo de 10:1. El vuelo en total duraba sobre un minuto. La bomba llevaba una luz en la cola (o de noche una bengala), y en la práctica su piloto, que estaba en el morro del avión que la había soltado, lo que hacía era superponer la luz al barco que quería atacar para conseguir dar en el blanco.
Construcción sencilla, pero de nivel: una de las primeras alas construidas con control numérico. Smithsonian National Air and Space Museum (Udvar-Hazy Center), Washington, 2015. |
El piloto de la bomba sólo controlaba dos ejes: alerones para girar (que además no eran proporcionales, es decir, se activaba todo el mando a un lado o a otro, o nada) y elevador para controlar el descenso (este mando sí que era proporcional: es decir, se podía graduar la cantidad de movimiento). A pesar de lo primitivo del sistema, funcionaba: se hundieron o dañaron varias docenas de buques con ella.
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