Como ya les
he contado, la Italia fascista
decidió tirar la casa por la ventana para la Copa Schneider de 1929. La carrera de hidroaviones se había convertido en una cuestión de prestigio nacional, y el FIAT
C 29 fue uno de los 4 diseños que se completaron para intentar la
victoria, que no consiguieron.
El único FIAT C.29 que queda en el Museo Aeronáutico de Vigna di Valle,
en el lago Bracciano, Italia, 2008.
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Desgraciadamente, el aparato era molto
pericoloso. Para empezar, era un diseño absolutamente extremo. El ingeniero Celestino Rosatelli (posteriormente
conocido por sus cazas biplanos C.R.32 y 42), creó un monoplano de ala baja
considerablemente más pequeño y ligero
que otros hidros de carreras. Apenas
medía 5,5 metros de largo y pesaba 1.000 kilos, de los que 350 correspondían a
un enorme y radical motor FIAT AS5 de 12
cilindros en V, con 4 válvulas por cilindro y más de 1.000 caballos.
Pero es que además, y aunque las
versiones difieren, parece que los dos primeros ejemplares terminaron hundiéndose miserablemente en el fondo del Lago Garda
durante las pruebas. Porque eran peligrosamente
inestables en el agua, incluso tras modificar los flotadores. Y en el aire
las cosas no eran mejores, con muchos problemas
de control y encima menos velocidad
de lo previsto. Recientemente
se han localizado los restos del primero.
Como avión sería malo, pero me parece particularmente bonito. Fíjense
en la reducidísima superficie frontal y en la aparente desproporción entre el
tamaño de los flotadores y el avión.
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El tercer C.29 se construyó más
que nada como "avión de emergencia" por si fallaban los que consideraban
con opciones de ganar (dos Macchi M
67, que terminaron haciendo amerizajes de emergencia, y un Macchi M 52 R
que quedó segundo). El C.29 se envió a Inglaterra sin ni siquiera probarlo, y afortunadamente no llegó a volar en la
competición. Y creo que tampoco después. Esto sin duda ayudó a que haya llegado intacto a nuestros días.
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