Uno de los mejores cazas alemanes de la Primera
Guerra Mundial, si no directamente el
mejor, resulta que es muy poco conocido. El Siemens-Schuckert D.III
era maniobrable, más rápido y subía mejor que los más conocidos Fokker D.VII y Albatros D.V. Pero apareció al final de la guerra (primer vuelo en 1917), tuvo problemas con el motor y
sólo se hicieron unos pocos.
Esta réplica
que "sólo" costó 6.500 horas de construcción muestra el hueco que
hubo que hacer en el carenado para mejorar la refrigeración de los cilindros.
Luftwaffen Museum, Gatow, Alemania, 2008.
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Lo que más me impresiona es que
llevaba un motor rotativo Siemens-Halske
Sh3 de nada menos que 11 cilindros, 18,6 litros y 160 HP. Ya les he
contado cómo
funcionan estos motores. Pero en este caso es todavía más complicado. Lo único que iba fijo al avión es la caja
de la transmisión. La parte motor,
con sus cilindros y todo lo demás giraba
en un sentido a unas 900 rpm. Y el cigüeñal
con la hélice giraba
en el otro sentido, a la misma velocidad. Esto tenía la ventaja de que
compensaba el par del motor con la hélice. Pero menudo lío.
La fabulosa colección de Old
Rhinebeck tiene una réplica construida
por el propio Colin Palen, el fundador. Lleva un motor rotativo convencional,
ya que no quedan Siemens-Halske Sh3 funcionando. Ha llegado a carretear, pero
nunca ha volado. Estados Unidos, 2015.
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El pequeño avión podía subir a 6.000 m en
21 minutos, mientras que otros cazas tardaban mucho más. Así que los dedicaron a
interceptar aviones aliados.
Pero pronto los motores empezaron destrozar los cilindros, con menos de 10 horas
de funcionamiento. Los aceites
sintéticos que utilizaban en lugar del de ricino (que no podían importar) no iban bien. Aunque finalmente lo
solucionaron, la guerra terminó y los aviones fueron desconsideramente
destruidos en 1919.
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