Aunque hubo intentos previos, en
general hay acuerdo en que el "ala
delta" la inventó un ingeniero de la NASA, Francis Rogallo. Desde el principio
pensó en un uso deportivo (¡a finales de los 40!), pero lo que realmente hizo
que se pusiera en marcha fue la carrera
espacial. Rogallo propuso a finales de los 50 utilizar un ala delta inflable (¡!) como
alternativa a los paracaídas para recuperar
una cápsula espacial Gemini en su reentrada a la atmósfera.
P montando los sables que dan forma al perfil en un ala delta sin
identificar de entrenamiento sencilla. Cerro del Águila (Valladolid), 1984.
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La NASA probó la idea de Rogallo en
varios prototipos a principios de los 60.
Y la idea se abrió paso hasta los aficionados al vuelo en los 70, en lo que fue un auténtica
revolución del vuelo deportivo. Sobre el papel, un aparato sencillo,
portátil, barato y fácil de volar. El piloto colgaba del ala por debajo y
conseguía maniobrar por desplazamiento
del peso.
El ala montada. No tiene ya forma de delta. Vean el perfil autoestable característico,
el mástil con los cables y el trapecio para dirigir el invento.
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Inicialmente las alas delta eran
literalmente así: un triángulo de tela
que conseguía del tipo de 4 ó 5 a 1 de planeo. Pero rápidamente dejaron de
serlo: muy pronto empezaron a evolucionar para convertirse en alas volantes con perfiles, materiales y
estructuras más complejas. Un ala moderna puede tener un planeo de 20:1, y
se han hecho vuelos de más de 700 km.
Lo que no han conseguido ha sido el vuelo para todos. Tienen su riesgo,
a medida que han ganado en complejidad se han hecho más caras, y se han
convertido en un deporte nicho, que
practica un reducido grupo de gente. Al final, ha sido el parapente el que más cerca ha estado de la idea del vuelo popular.
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