Entre los vuélos de récord de distancia hay tres tipos: los que lo
consiguieron, los que no
pero casi, y finalmente los que quedaron como Cagancho
en Almagro. Entre estos últimos están Robert Wark y Edward Brown, que intentaron volar en 1930 nada menos que de Tacoma, en la costa noroeste de los
Estados Unidos, a Tokio (Japón) en
un Fokker
C.IV modificado.
Por aquel entonces era imposible ir directo (7.700 km). El
ambicioso plan era hacerlo sobrevolando
tierra en lo posible y con 4 paradas para repostar: subir por la costa
oeste del continente americano por Whitehorse,
Nome y Fairbanks, cruzar por el arco de las Aleutianas hasta territorio
ruso en Petropavlosk, y finalmente
llegar a Tokio. Esto era un total de
8.700 km.
El avión era un Fokker C.IV muy modificado. El original
había volado en 1923 y era más o
menos como un caza Fokker D.VII
agrandado, pensado para reconocimiento y con dos cabinas abiertas en tándem. El
avión del intento lo importaron a USA desde Holanda en 1924. Después lo modificaron para llevar pasajeros, con una cabina de 4 asientos en el fuselaje
trasero y quitando el asiento del observador. Por último, Wark y Brown lo compraron
para el récord: le pusieron un depósito
en la cabina de pasajeros de 1.700
litros y reinstalaron la cabina de atrás.
Y vamos al vuelo. Despegaron y pusieron rumbo al norte. No habían volado ni 300 km
cuando el motor hizo puf y se paró. Aterrizaron en un campito cerca de Vancouver sin dificultad, pero una vez
encontrado el problema no podían despegar con todo el peso. Tiraron la mayor
parte del combustible y Wark pudo despegar solo hacia el aeródromo de
Vancouver, a unos minutos de vuelo. Pero al aterrizar, se pasó de la pista y
terminó arrancando el tren de aterrizaje...
fin del viaje.
El avión volvió desmontado en
camión, pero fue abandonado hasta 1970, cuando se empezó un largo proceso de restauración que duró
hasta 1999, cuando el avión volvió a volar casi 70 años después.
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