Es curiosa la fascinación yanqui por algunas
costumbres de origen español. Por ejemplo, un matador en inglés
(escrito literalmente así), es un torero,
y aunque menos usado que bullfighter tiene más aroma
sangriento y asesino. Con lo que llamar a su primer
misil de crucero así parece muy apropiado.
Como les he contado alguna
vez los misiles no me gustan nada. Éste en concreto no es más que una mejora del concepto nazi V-1, que
fabricaron y probaron en la posguerra, y que voló por primera vez en 1949. Es mucho más letal: más grande y
pesado, operacionalmente podía llevar una bomba
nuclear W5 (una mejora de Fat Man,
la segunda bomba nuclear que tiraron en Japón). En la práctica era un avión subsónico, con su turborreactor, sus
alas y todo lo demás, salvo que no
llevaba piloto. De hecho, inicialmente se designó como si fuera un bombardero, Martin B-61. Aunque luego pasó a
misil táctico TM-61 y finalmente a MGM-1.
Un Matador
detrás con un misil de crucero AGM-86 ALCM mucho más moderno delante. Misma
idea, diferente época. Museo del Aire y del Espacio. Washington, USA, 2015.
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El mortífero artefacto salía disparado, auxiliado por un cohete, de
una rampa teóricamente móvil. Digo
teóricamente, porque en la práctica las tripulaciones y numerosísimos vehículos
necesarios para mover todo el circo asociado hacían que el lugar de lanzamiento
fuera fijo. Se guiaba por radio y se
seguía por radar, inicialmente a unos 400 km y posteriormente hasta el
alcance teórico de 1.000 km. De 1952 a 1962 unos mil de ellos estuvieron desplegados en Alemania Occidental, Taiwan
y Corea del Sur, con la clara intención de cascarles a los ruskis, chinos y
coreanos del norte.
Un Matador en el Museo de la USAF. Vean que la toma de aire del turboreactor estaba debajo del fuselaje. Vean también el cohete para acelerar al despegue en la cola. Dayton, USA, 2019. |
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