martes, 19 de diciembre de 2017

Matador

Es curiosa la fascinación yanqui por algunas costumbres de origen español. Por ejemplo, un matador en inglés (escrito literalmente así), es un torero, y aunque menos usado que bullfighter tiene más aroma sangriento y asesino. Con lo que llamar a su primer misil de crucero así parece muy apropiado.

Los americanos equiparon a las fuerzas aéreas alemanas del oeste con el Matador. Fíjense en los aerofrenos del extradós: servían para estabilizar el cacharro en su picado final hacia el blanco (KA-BOOOOOM). Luftwaffen Museum, Gatow, Alemania, 2008.

Como les he contado alguna vez los misiles no me gustan nada. Éste en concreto no es más que una mejora del concepto nazi V-1, que fabricaron y probaron en la posguerra, y que voló por primera vez en 1949. Es mucho más letal: más grande y pesado, operacionalmente podía llevar una bomba nuclear W5 (una mejora de Fat Man, la segunda bomba nuclear que tiraron en Japón). En la práctica era un avión subsónico, con su turborreactor, sus alas y todo lo demás, salvo que no llevaba piloto. De hecho, inicialmente se designó como si fuera un bombardero, Martin B-61. Aunque luego pasó a misil táctico TM-61 y finalmente a MGM-1.

Un Matador detrás con un misil de crucero AGM-86 ALCM mucho más moderno delante. Misma idea, diferente época. Museo del Aire y del Espacio. Washington, USA, 2015.

El mortífero artefacto salía disparado, auxiliado por un cohete, de una rampa teóricamente móvil. Digo teóricamente, porque en la práctica las tripulaciones y numerosísimos vehículos necesarios para mover todo el circo asociado hacían que el lugar de lanzamiento fuera fijo. Se guiaba por radio y se seguía por radar, inicialmente a unos 400 km y posteriormente hasta el alcance teórico de 1.000 km. De 1952 a 1962 unos mil de ellos estuvieron desplegados en Alemania Occidental, Taiwan y Corea del Sur, con la clara intención de cascarles a los ruskis, chinos y coreanos del norte.

Un Matador en el Museo de la USAF. Vean que la toma de aire del turboreactor estaba debajo del fuselaje. Vean también el cohete para acelerar al despegue en la cola. Dayton, USA, 2019.

El desarrollo de los auténticos misiles intercontinentales hizo que estos chismes se quedaran a la altura de los tirachinas. O sea, que no hemos hecho más que mejorar.

Un Matador en el Technik Museum de Sinnsheim. Detrás, el impresionante transporte supersónico Tupolev 144. Alemania, 2019.

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