En la Guerra Fría, el Oso Soviético dejó que "sus" países europeos del este, los que no estaban directamente integrados en la URSS - lo de la "propiedad" era muy real, tuvieran cierto margen en las industrias aeronáuticas. Eso hizo que fundamentalmente polacos y checos, menos los rumanos y menos todavía los alemanes orientales, húngaros y búlgaros, tuvieran la oportunidad de diseñar y fabricar aviones.
En 1993 visité el Museo del Aire de Bruselas y pude ver por primera vez un montón de reactores de la guerra fría, tanto occidentales como soviéticos. De izquierda a derecha y de arriba a abajo, un Lockheed T-33, un Fouga Magister, un Aero L-29 Delfín, un Saab Draken y un FIAT G-91. |
En ningún caso crear aviones de guerra de primera línea, claro. Pero sí construir con licencia aviones rusos de combate y hacer cosillas de segundo nivel, como helicópteros utilitarios, transportes, veleros o entrenadores. La antigua Checoslovaquia destaca en se sentido porque entre otros logros se hizo prácticamente con la construcción de entrenadores militares a reacción para todo el bloque soviético y países alineados, con dos diseños básicos, el Aero L-29 Delfin y su sucesor mejorado Aero L-39 Albatros.
Este deteriorado Delfin, ex-alemán oriental aunque no tiene insignias, estaba en el Luftwaffenmuseum. Berlín, Alemania, 2008. |
Estos aparatos se pensaron y se fabricaron, a una escala sin precedentes, en la empresa Aero Vodochody, de Praga, con una larga historia desde que se fundó al terminar la Primera Guerra Mundial y que continúa en la actualidad. Resulta curioso que los ruskis decidieran a finales de los 50 hacer un concurso para todo el bloque soviético para un nuevo entrenador a reacción que sustituyera a los de motor de pistón. Y más todavía que ganara el diseño checo, sobre el polaco (PZL TS-11 Iskra) y más aún sobre el ruso (Yakovlev Yak-30) (¡!). Al parecer aquí no había proteccionismo sino realmente que ganara el mejor.
En la extensa colección del Chateau de Savigny-les-Beaune hay un L-29 checo. Vean que esta versión tiene depósitos de punta de ala. Francia, 2014. |
Los ingenieros Z. Rublič y K. Tomáš pensaron un avión que permitiera desde el entrenamiento básico al avanzado. Te enseñaban a volar en el avión, ibas progresando, y lo siguiente era pasar a aviones de primera línea, como un MiG-21 (¡!). Además el avión debía ser relativamente sencillo, fácil de construir y de mantener. Y está claro que lo consiguieron, el avión fue un indudable éxito.
Puede parecer casi obsoleto con sus alas rectas, mandos manuales y comportamiento en general dócil y predecible. Pero hay ventajas: por ejemplo, puede volar desde pistas no asfaltadas (¡!). Y aunque tiene un turboreactor de flujo centrífugo "anticuado" (un diseño checo - Motorlet M-701 - de unos 800 kilos de empuje), el caso es que con 3.665 aviones fabricados y un impresionante historial de seguridad hay mucho de lo que presumir. Creo que sólo el Lockheed T-33 y el MiG 15-UTI se han fabricado más.
Arriba y abajo un L-29 Delfín en vuelo acompañado de tres de sus sucesores L-39 Albatros. Oshkosh, USA, 2019. |
El pirmer avión voló en 1959 con un turboreactor inglés de flujo axial Armstrong Siddeley Viper, pero a partir de ahí utilizaron el motor checo. En 1961 ganaron el concurso (cosa que sorprendió a muchos) y a partir de 1963 se puso en producción masiva durante 11 años, hasta 1974. La mayor parte fueron a la Unión Soviética, cosa de 2.000, un montón a los países del este (salvo a Polonia, que prefirió seguir con su Iskra y les dejaron) y bastantes a "países afines" en Asia y África. Muchos se utilizaron hasta los años 2000, aunque el heredero Aero L-39 Albatros que se introdujo a principios de los 70 le fue progresivamente sustituyendo.
En el Technik Museum de Espira hay un L-29 Delfín checo colgado del techo. Alemania, 2019. |
En un fenómeno similar a otros aviones de la era soviética, muchos Delfines (creo que casi nadie utiliza el nombre OTAN Maya) han terminado en manos occidentales como aviones de exhibición, de carreras, o de lisa y llanamente divertirte si tienes la pasta para comprar y mantener uno. Porque los hay a la venta, claro, y también hay empresas que te pueden dar un paseo.
Este aparato fácil de reconocer se juzga en muchos sitios como más bien limitado, anticuado y en general con pocas prestaciones. Pero hay que decir que hizo muy bien su función. Y lo de poca chicha es relativo. En general vuela como un caza de la Segunda Guerra Mundial: puede ir a más de 600 km/h (¡!). De hecho, volar en uno es impresionante, como les contaré en la siguiente entrada.
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