jueves, 21 de marzo de 2024

Bachstelze

En la Segunda Guerra Mundial los alemanes emplearon una enorme cantidad de ingenio en la guerra submarina, en la que echaron un considerable pulso a los aliados. Una de las ideas más originales es ésta: una cometa - autogiro para remolcar con un cable tras un submarino y aumentar la visión (¡!). Esto era mucho más sencillo que llevar un avión en el submarino.

 

Les enseño mi colección de lavanderas, nada menos que cinco (casi la mitad de las que quedan). Vi por primera vez el curioso aparato en el Imperial War Museum de Duxford, Inglaterra, en 1993.

 

El Focke-Achgelis FA 330 Bachstelze (por un pajarillo llamado en español lavandera) era un sencillo autogiro desmontable con un rotor de algo más de 7 metros de diámetro, que se podía guardar en piezas en dos tubos estancos en la cubierta del submarino. La idea era sencilla. Desde lo más alto de un submarino en superficie se ve muy poquito, como mucho a unos 8-9 km de distancia. Desde lo alto de la altura de remoque de la cometa - autogiro, unos 150 metros, se podía ver hasta unos 50 km

 

Aunque aparentemente sencillo, el artilugio tiene su complicación. Sobre todo por el rotor, que tiene las articulaciones que le permiten el vuelo. Estaba pensado para ser muy fácil de volar, prácticamente era echar a girar el rotor y subir hasta la posición de más altura. El piloto tenía mando de timón y del mando cíclico del rotor, el colectivo era fijo. Parece que podías dejar tranquilamente los mandos sueltos y concentrarte en mirar a tu alrededor con unos binoculares. Technik Museum, Berlín, Alemania, 2008.

 

Sin embargo había varios problemas. Donde más interesaba, en el Atlántico Norte, aparte del mal tiempo siempre había la amenaza de una cobertura áerea muy peligrosa. Además el chisme era muy visible en el radar. Así que se reservó para otros mares. Pero aún así, imagínense el numerito, incluso en un día de sol y moscas. El submarino salía de su segura posición bajo el agua, de día, con buena mar, para que un equipo montara el chisme en unos pocos minutos, se subía el piloto y tira parriba Karl a ver si pillas algo para gastar un par de torpedosLa altura dependía de la velocidad del submarino en superficie. Los tipo VII no valían por lentos, la velocidad de remolque era unos 20 nudos, algo menos de 40 km/h, que sólo conseguían los tipo IX. También influía el viento y cómo estuviera el mar, claro. 

 

No es broma. Me encantaría probar uno de estos. De cualquier manera. Pero como soñar es gratis, me imagino navegar en un submarino, salir a superficie al amanecer, montarme en el chisme y subir a tener una bonita vista de unos 8.000 kilómetros cuadrados a mi alrededor (la superficie de toda la provincia de Barcelona). Museo del Aire y del Espacio, Centro Udvar-Hazy, Washingotn, USA, 2015.

 

Una vez en lo alto el afortunado o acongojado piloto podía tener una bella vista del mar y con suerte ver alguna presa por allí. En el cable de remolque también había un hilo de comunicaciones. "Herr kommandant, hacia el sureste se ve un barco". Si las cosas iban mal, se podía recuperar el artilugio tirando del cable. Si las cosas iban muy mal, se podía desenganchar el cable, lanzar el rotor y bajar en paracaídas, para que te recogieran tus colegas del agua. Cosa difícil de narices, porque un momento antes el submarino iba a 20 nudos... luego había que maniobrar. Y si las cosas iban fatal, el comandante tenía que tomar la decisión de salvar su valioso submarino y dejar a Karl para pasto de los tiburones (¡!).

 

De nuevo en Duxford, y sólo han pasado 25 años. Al ladito de una bomba Fritz X. En la vista delantera del aparato se ve el rotor arriostrado por cables, el mínimo asiento al aire, y el panel de instrumentos. Se lanzaba y recogía de una plataforma en la cubierta de popa del submarino, con un cabrestante eléctrico. Inglaterra, 2018.

 

Como siempre la vida es difícil. Con mal tiempo aquello no era viable. Y con tiempo regular se tardaba mucho más en montar, lanzar, recuperar y desmontar el invento. Sobre todo, apareció en realidad cuando la suerte de los alemanes en la guerra submarina estaba cambiando. Aunque voló en 1942,  se empezó a utilizar operativamente en 1943. Que se sepa, su uso sólo llevó a conseguir un barco hundido. Puede que hubiera más, pero claro, no se sabe qué pasó con un montón de submarinos que desaparecieron sin más.

 

Creo que la palanca roja es el freno del rotor. Una vez recuperabas el aparato en la cubierta del submarino había que desmontar y guardar a toda leche aquello. La velocidad del rotor en autorotación era de unas 200 rpm. Al aterrizar se frenaba, y un equipo de 4 robustos Fritz desmontaba por una parte rotor y cola, y por otra el fuselaje. Cada grupo se metía en uno de los dos tubos estancos de unos 3,75 metros de largo puestos en vertical para este propósito detrás de la torre del submarino. Vean que hay un cable que une la corona del rotor con panel de instrumentos, luego uno de ellos debía ser un medidor de la velocidad del rotor. Como hay un tubo pitot, otro debía ser un anemómetro. Museo de la Royal Air Force, Cosford, Inglaterra, 2018.

 

Quizá lo que más me gusta de toda esta aparatosa historia es que para la posteridad quedaron unos cuantos de estos curiosos chismes. De los más o menos 200 que se hicieron se conservan una docena. Y lo mejor es que Igor Bensen se inspiró en ellos para hacer sus autogiros, que en definitiva llevan al moderno autogiro deportivo. Luego cualquier Commander,  MagniAuto Gyro, o similar desciende de estos chismes.

 

La idea puede que no esté agotada. En 2013 se probó un artilugio similar, sin piloto, imagino que con cámaras, sensores y tal, pero pensada para subir tan alto como 1.500 metros, como una alternativa baratita a un helicóptero embarcado. Este Bachstelze se conserva en el Museo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Dayton, USA, 2019.


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