Si les parece que volar en una guerra es peligroso, prepárense para la paz. Esto es lo que debieron decir a los pilotos del Supermarine Scimitar (cimitarra), el último caza de la firma, que voló por primera vez en 1956, aunque sus orígenes están en una sucesión de prototipos pensados desde finales de los 40.
Sólo quedan 3 Scimitar. El que les muestro está en una convincente exposición que simula la cubierta de un portaviones de noche. Lo que está muy bien, salvo que no se ve ni torta para hacer fotos. Fleet Air Arm Museum, Yeovilton, Inglaterra, 2010.
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Se hicieron 76 Scimitar, de los que se perdieron 39 en accidentes, algunos tan angustiosos como éste. Si volar desde un portaviones es de por sí peligroso, el nuevo y potente avión era probablemente demasiado grande y complicado para los portaviones británicos de la época. Comparen con sus antecesores, como éste o éste.
Aunque pensado como caza, se utilizó más como avión de ataque. La vida operativa fue corta, en los 60 aparecieron aviones más capaces como el Buccaneer.
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El Scimitar se pensó como caza naval, y para la época era un avión impresionante. Fue el primer caza de la marina inglesa con alas en flecha, y aunque no era supersónico era muy rápido (1.190 km/h) y sobrado de potencia. Sus dos turboreactores Rolls Royce Avon de 5.000 kg de empuje permitían entre otras cosas el soplado de los flaps, permitiendo una menor velocidad de aproximación.
Al parecer a sus pilotos les gustaba. Ya había cazas supersónicos, pero a baja cota el avión británico era una bestia brutal, sin duda atractivo como destino, y con el glamour añadido de volar desde un portaviones. Otra cosa es que varios palmaran. Y no debía ser tan popular entre sus mecánicos. En un momento dado dicen que se llegó a necesitar 1.000 horas de mantenimiento por hora de vuelo, lo que no sé si es un poco exagerado.
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