El "bombardeo de área" es un término más bien eufemístico de la Segunda Guerra Mundial, que en resumen consistió en que miles de aviones británicos como el que les muestro se dedicaron, sobre todo a partir de 1942, a planchar sistemáticamente las ciudades alemanas hasta reducirlas a escombros. El objetivo era conseguir el máximo de destrucción (no atacaban puntos concretos como industrias o instalaciones militares), para intentar desmoralizar al enemigo.
El Lancaster B.II PA474 del Battle of Britain Memorial Flight en vuelo. Arriba, acompañado de un Spitfire. Abajo, dando una pasada con sus 4 Rolls-Royce Merlin tronando con su típico sonido bajo. Fabricado en 1945, no participó en la guerra. Hizo de todo hasta que se incorporó a la escuadrilla histórica en 1973, y se pretende que esté en vuelo hasta 2065 (¡120 años!). Air Tattoo en Fairford, Inglaterra, 2014.
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Aunque todavía hoy se discute mucho sobre si esto sirvió para algo, varios analistas tienen el punto de vista de que en general, no. Se invirtieron enormes recursos (algunos dicen que hasta 1/3 de la economía de guerra del Reino Unido), murió un montón de gente (cosa de medio millón o más, sobre todo civiles alemanes, y más de 60.000 tripulantes británicos de los aviones), se perdieron más de 4.000 aviones y al parecer no hizo gran cosa para que la guerra durara menos, ya que hubo que derrotar a los ejércitos de Hitler e invadir la Europa ocupada, incluida Alemania, para conseguirlo. Eso sí, cientos de miles de casas fueron demolidas y/o quemadas, dejando Alemania en ruinas.
Sin embargo, tras la invasión alemana de Francia en 1940 los británicos se encontraron que para seguir la guerra contra Alemania poca cosa podían hacer salvo bombardear. Así que se pusieron a ello, con el convencimiento de que incluso era posible ganar bombardeando ("bombardeo estratégico"). Al principio, sus aviones estaban anticuados y no conseguían gran cosa. Pero pronto encargaron enormes bombarderos cuatrimotores que fueron equipando cada vez más unidades y que en grandes oleadas nocturnas fueron progresivamente aumentando su capacidad destructiva. Al final de la guerra en 1945 su problema era que ya casi no quedaba nada por destruir...
En el Imperial War Museum de Duxford se conserva este Lancaster Mk X KB889 que se construyó en Canadá, voló a Inglaterra al final de la guerra pero no participó en ella. Tras volver a Canadá estuvo con los militares hasta 1965 y después pasó por varios museos. Inglaterra, 2018.
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El Avro tipo 683 Lancaster, que voló por primera vez en 1941, fue el bombardero pesado británico más numeroso (se hicieron más de 7.000) y probablemente el mejor en la tarea. Todavía hoy impresiona: un peazo de chisme de más de 30 metros de envergadura, cuatro motores V12 de 1.300 HP, que volaba en crucero a más de 300 km/h y que rutinariamente podía tirar 4 toneladas de bombas sobre una ciudad alemana.
Esencialmente es similar a sus contemporáneos yanquis (B-17 y B-24) y británicos (Halifax y Stirling) en dimensiones y prestaciones. Lo que le hizo sobresalir es que tenía una bodega de bombas enorme y una gran capacidad de carga. El "trabajo" normal era destruir ciudades: para eso llevaba una mezcla de bombas: normalmente una "revienta manzanas" (una sola bomba podía arrasar un bloque de casas con la onda expansiva) y varios cientos de incendiarias (que terminaban la destrucción de la anterior).
En el Royal Air Force Museum de Hendon (Londres) tienen este Lancaster 1 R5868 que sobrevivió a 137 misiones de bombardeo (¡!). Debajo de la enorme bodega de bombas con las puertas abiertas se ve una de las típicas bombas "cookie" o "blockbuster" pensadas para arrasar ciudades.
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Pero para otros "trabajos" podía llevar todo tipo de pepinos destructivos: bombas de fragmentación, minas, cargas de profundidad, bombas antiblindaje... y una variedad de inventos especiales, como las famosas bombas "revienta-presas" y "terremoto". Estas dos últimas se deben al ingeniero Barnes Wallis y son de lo más original y destructivo, aunque posiblemente no consiguieron en realidad grandes resultados.
A la izquierda bombas incendiarias en cajas, en el centro "de propósito General" (¡!), y a la derecha "revienta-manzanas". RAF Museum, Londres, 2016.
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La revienta-presas era un cilindro de 4,2 toneladas que se tiraba girando sobre sí misma a poca altura del agua de un embalse, para que rebotara sobre el agua hasta pegar contra la presa objetivo, hundirse, explotar y echar abajo el muro provocando una inundación. ¿Por qué este lío? las presas tenían redes que impedían tirar torpedos y era difícil acertar con bombas normales, aparte de que son construcciones muy sólidas. En una de las operaciones más famosas de la guerra, 19 Lancaster destruyeron dos presas en 1943, pero se perdieron 8 aviones y no tuvo en realidad gran impacto industrial.
Y las terremoto se llamaron así porque era literalmente lo que pretendían (y conseguían). La versión final llamada Grand Slam era un bicharraco de 10 toneladas y casi 8 metros de largo que necesitaba un Lancaster muy modificado para poder llevarla (que consistía en quitarle prácticamente todo, incluido las torretas defensivas y el blindaje). Se usaron para destruir viaductos y refugios de submarinos muy al final de la guerra, y en este caso el mecanismo era la pura fuerza bruta de las ondas de choque generadas por la explosión en el terreno.
Los Lancaster fueron también pioneros del uso de radar y experimentaron las primeras contramedidas electrónicas, de las que también fueron víctimas a manos de la Luftwaffe.
Quedan sólo dos en vuelo. Uno en Canadá, y otro con el Battle of Britain Memorial Flight que sigue operando la Royal Air Force. Así que volar en uno va a ser francamente difícil...
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