sábado, 21 de enero de 2023

Learjet 23

Hubo reactores ejecutivos antes que el Learjet, de hecho oficialmente el primero es bastante anterior. Pero el avión para esa gente muy importante, muy ocupada y muy rica que no está para viajar en un vuelo comercial - una ordinariez - que simbolizó desde el principio el concepto, fue el primer Learjet, el modelo 23.  Que además tenía una pinta espectacular y volaba casi como un caza

 

El primer prototipo del Learjet 23, N801L, se perdió en un campo tras despegar con los spoilers fuera. El avión sufrió pocos daños y los pilotos salieron andando. Pero se prendió fuego y se perdió. Increíblemente, esto le vino bien a Lear: cobró el seguro y esto le permitió seguir a flote mientras el prototipo 2 - éste que les muestro N802L,  y otro seguían los vuelos de prueba para conseguir la certificación. Vean la pinta tan estupenda del avión. Museo del Aire y del Espacio, Centro Udvar-Hazy, Washington, USA, 2015.

 

El avión en sí se debe a un ingeniero suizo al que pocos recuerdan, Hans-Luzius Studer. Pero la idea, la verdadera genialidad, se le ocurrió a un empresario americano, William Power (Bill) Lear. Este tipo es uno de los representantes más claros del "sueño americano": autodidacta (apenas llegó a octavo en la escuela), inquieto, ingenioso e innovador (140 patentes en su haber), y sobre todo, rico. Muy rico.

 

Lear siempre tuvo un interés muy marcado en la aviación y construyó su primer avión en 1925 (con 23 años). Durante la Segunda Guerra Mundial sus empresas de radios y otros chismes para aviones le hicieron convertirse en un líder del sector, que no hizo más que crecer en la posguerra al diseñar el primer piloto automático moderno. También modificó bimotores Lockheed Lodestar para su uso como avión de negocios (LearStar).

 

El segundo prototipo estuvo volando con el fabricante hasta 1966, en que se dañó la estructura en las pruebas de un sistema de control experimental. Después se utilizó para pruebas en túnel de viento, se restauró en fábrica y se donó al museo en 1977.

 

Pero lo que le hizo más famoso fue su reactor ejecutivo. A finales de los 50 Lear trabajaba con Flug und Fahrzeugwerke Altenrhein (FFA) de Suiza, que había contruido un par de prototipos del FFA P-16, un reactor de ataque al suelo que había volado en 1955. La empresa le había encargado valorar su avión (incluyendo volar varias veces en él) para continuar el desarrollo una vez que el gobierno suizo canceló su producción.

 

El caso es que Lear vio el potencial del diseño suizo para hacer un nuevo reactor de negocios. Fundó en 1960 una compañía nueva en Suiza (Swiss American Aviation Corporation - SAAC), contrató varios de los ingenieros suizos, incluido a Studer, para desarrollar el nuevo SAAC-23 a partir del FFA P-16,  y se pusieron a organizar la fabricación en Suiza. 

 

El Learjet era bonito, rápido y más barato que la competencia. En el Air Zoo tienen el Learjet 23 N824LJ, el nº de serie 83, que estuvo volando de 1966 a 2004. Kalamazoo, USA, 2019.

 

Para 1962 tanto el propio Lear como su compañía matriz en Estados Unidos se estaban impacientando. Y los segundos no veían que aquello fuera a tener éxito. Hay que tener en cuenta que los primeros reactores ejecutivos de éxito estaban todavía por aparecer: el British Aerospace 125 voló ese mismo año, y el Aero Commander Jet Commander junto con el Dassault Falcon 20 lo harían al siguiente.

 

Lear decidió jugársela. Vendió su parte de la empresa Lear Incorporated de radios e instrumentos por 12,5 millones (conservando el nombre), acabó con SAAC, fundó LearJet y movió todo a Wichita, Kansas, en los States. Iban a pasar casi directamente del prototipo , que pasó a ser el Learjet 23 (el primero de tres voló en 1963) a fabricar aviones de producción. 

 

El Learjet 23 lleva dos turboreactores General Electric CJ610, la versión civil del J85. Los 2.500 kilos de empuje hacían del pequeño jet un avión espectacular, con características hasta entonces sólo accesibles a militares.

 

Afortunadamente para Lear, salió bien. El avión no sólo voló sin apenas problemas, era un auténtico pepino. Con carga ligera subía más que un North American F-100 Super Sabre, era muy maniobrable y sobre todo rápido. Los dos pilotos y los 6 pasajeros volaban tranquilamente a unos 840 km/h a 12.000 metros de altura, con un alcance de casi 3.000 kilómetros. Eso entonces era directamente la leche. Tengan en cuenta que a principios de los 60 los reactores comerciales estaban solo empezando.

 

Rápidamente empezó a venderse bien. Entre sus clientes, el actor y cantante Frank Sinatra y el carismático James Brown (I feel good), que fue el primer afroamericano que tuvo un jet para él solo. Y lo pilotaba él. Ole su melanina. Me parece que a ambos les importaba un comino que el avión fuera chiquito (la cabina tenía apenas 1,5 metros de ancho y 1,3 de alto).  Iban a toda leche a donde querían.

 

Los dos depósitos de punta de ala no sólo quedan bien y al parecer no quitan maniobrabilidad. Son imprescindibles para conseguir el alcance. De los casi 2.900 kilos de carga útil dos toneladas eran combustible.

 

Sin embargo, la carrera del Learjet 23 fue corta. Sólo se hicieron 101 entre 1964 y 1966. En parte porque Learjet pronto desarrolló los mejorados 24 y 25. Lear vendió Learjet en 1967, que siguió con otros dueños hasta que Bombardier, el último, terminó la producción de Learjets el año pasado. Mr. Culoinquieto Lear seguiría con otros proyectos, como el que sería el Canadair Challenger.

 

Pero la otra parte es que los Learjet 23 tuvieron más bien muchos accidentes. No porque el avión fuera malo, al parecer era exigente de volar y toleraba mal los errores de pilotaje. Lo cual tiene sentido si piensas que lleva las alas y los dos motores de un caza (esencialmente son los mismos que los del Northrop F-5 supersónico, y como hemos visto desciende de un caza suizo). Por restricciones de ruido, y por antiguos y sedientos de combustible, deben quedar pocos en vuelo, si es que queda alguno. Pero qué bonitos y característicos. Comparen con un avión similar mucho más moderno y vean la herencia clarísima.

 

La cabina diminuta también recibió quejas. Bill Lear respondió diciendo "en un Cadillac tampoco te puedes poner de pie".

No hay comentarios:

Publicar un comentario