Actualizado en agosto de 2025
Pasa el tiempo y cada vez veo más improbable volar en un ala volante rígida de vuelo libre. Y en su tiempo faltó poco para animarme. Lo malo es que coger a pulso un chisme que pesa 25 kilos, estar esperando el momento óptimo y lanzarse corriendo ladera abajo para salir volando (si hay suerte) parece muy cansado. Ahora, una vez en vuelo tiene que ser magnífico. Para volver a sufrir al aterrizar, porque el tren son tus patitas (¡!).
Suponiendo que fuera factible en todos los sentidos, ¿en qué me gustaría volar? No me apetecen las primeras alas delta: planeaban poquísimo (1:3 - 1:4) y tenían muy poca maniobrabilidad. Tampoco me apetece en realidad el otro extremo, un velero de microsustentación como el Archaeopteryx (planea 1:28, como un Blaník), porque es un lío. Lo que creo que me gustaría más es resucitar algo como un ala Quicksilver (1:7, menos que los mejores parapentes actuales), y sobre todo las que considero más originales: las alas volantes Icarus e Easy Riser que les muestro.
No sólo son curiosas, el acuerdo oficial actual es que el primer ultraligero moderno se debe a un americano llamado John Moody, que en 1975 instaló un motor de motosierra con una hélice propulsora en un ala Easy Riser. Esto rápidamente se convirtió en una "fiebre del vuelo" y en un resurgir de la aviación ligera con motor, centrado en el vuelo sencillo, barato y sin complicaciones. Por otra parte, la idea era bastante evidente, y otros hicieron algo parecido casi al mismo tiempo. Da igual, no le quita mérito.
Pero hoy quiero centrarme en la historia de estas originalísimas alas volantes biplanas tal como fueron concebidas, para volar sin motor. Me encanta la historia de estos curiosos chismes. Se la voy a resumir, por una parte tiene la fascinación de unos pioneros haciendo algo completamente nuevo, pero por otra en realidad estaban reinventando la pólvora.
A finales de los 60 y principios de los 70 las alas delta tipo Rogallo y las reuniones de aficionados a ellas se hicieron muy populares en USA. En una de ellas, estamos en California en 1971, Taras Kiceniuk hijo y una banda de amiguetes llevó su Rogallo de bambú y plástico. Otros lo intentaban con biplanos tipo Chanute. Taras Kiceniuk padre veía los denodados esfuerzos por volar de aquellos chiflados.
Todos ellos en general planeaban poco, la maniobrabilidad era mala, y había accidentes y roturas con frecuencia. Según Kiceniuk (padre) dió con el posible desarrollo: un ala biplana con perfil rígido y alas en flecha con perfil autoestable y superficies de mando. Esto era conocido desde hacía tiempo, pero la idea de hacerlo de manera sencilla y barata, para el vuelo de recreo, era algo completamente nuevo.
Kiceniuk (hijo) se puso a la tarea de construir el nuevo aparato, que llamó Icarus (el de las plumas pegadas con cera). La estructura era de tubos de aluminio, las costillas de poliestireno y el recubrimiento de plástico transparente. No había tren, el piloto cogía el armazón de tubos inferior con las manos y se lanzaba corriendo ladera abajo contra el viento. En vuelo se sentaba en un mini-asiento y apoyaba los pies en los tubos delanteros. Desplazando el cuerpo adelante y atrás se conseguía mando de profundidad. Y con una palanca accionaba dos timones en los montantes exteriores para girar.
Icarus planeaba bastante más que las alas delta Rogallo, y sobre todo era mucho más maniobrable. El joven Kiceniuk rápidamente aumentó la duración de sus vuelos y aprendió a aprovechar mejor las ascendencias, subiendo por encima del despegue. Es decir, como los pioneros del vuelo sin motor de los años 20. En 1972 hizo una versión mejorada, Icarus II. Volaba a unos 35-40 km/h y tenía un planeo de 8-9. Este aparato se hizo un nombre entre los aficionados y pronto hubo mucha demanda.
El Easy Riser ("sube fácilmente") de vuelo libre era una versión mejorada del Icarus II, que desarrolló un Sr. llamado Larry Mauro. He tenido la suerte de conocer a un grupo de simpáticos apasionados del vuelo que en su momento se trajeron de USA un ala Easy Riser y la volaron en las cercanías de Huesca (¡!). De hecho aprendieron a volar "tal cual" (sin instrucción reglada alguna) y consiguieron algunos vuelos memorables. Luego se dedicaron al vuelo sin motor.
Y cerramos el círculo: John Moody dio el siguiente paso al motorizar el Easy Riser en 1975. Posteriormente, Mauro y Moody crearon una empresa llamada Ultralight Flying Machines para comercializarlo. Y así se puso en marcha la "explosión" de la aviación ultraligera a finales de los 70. No está mal.
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