No sé cuál es la lógica de hacer un avión a prueba de torpes, es decir, algo en lo que puedas dejar volar a la gente sin apenas instrucción de vuelo. Pero es lo que se propuso un ingeniero alemán de la Universidad de Braunschweig, Hermann Winter, que construyó con sus alumnos en 1939 y voló en 1940. Winter sostenía que con una hora de instrucción teórica en el suelo (¡!) (o 5 minutos si ya sabías pilotar veleros) te podían soltar en el Zaunkönig.
La denominación oficial es Braunschweig LF-1 Zaunkönig. El nombre es por un pájaro (chochín) y ya les he mostrado otro avión con el mismo nombre. Lo de LF es por langsames flugzeug: avión de vuelo lento. Siempre tan precisos estos alemanes.
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El avión era un pequeño monoplaza STOL que no entraba en pérdida ni en barrena, y como la Fieseler Storch tenía ala alta y potentes slats / flaps. Despegaba en 55 metros, aterrizaba en menos todavía y podía volar a menos de 50 km/h. La cosa era meterse en el avión, arrancar, acelerar para volar y quitar motor para aterrizar. No había necesidad de recoger, el avión se ponía por su cuenta en la actitud necesaria y sólo había que esperar a tocar el suelo (¡!).
El avión es pequeño (sólo 8 metros de envergadura) y ligero (vacío 250 kilos). El tren estaba pensado para absorber la llegada al suelo sin recoger.
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Muy curioso y muy interesante, pero los militares pensaron que más bien querían gente que supiera volar aviones. El primero se perdió en un accidente y aún construyeron un segundo, que los ingleses se llevaron al final de la guerra para probar tecnología alemana. Tras muchas vicisitudes terminó en el Deustches Museum de Oberschleissheim, el que les muestro.
Los slats, flaps (y también los alerones se podían bajar) estaban pensados para permitir el vuelo a muy baja velocidad.
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Se hicieron además otros dos después de la guerra en los 50. Uno se perdió en otro accidente: el piloto de pruebas se empeñó en meterlo en barrena y lo hizo tan bien que no pudo salir (¡!). El último está en otro museo alemán.
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