Los militares franceses se encontraron tras la 2ª Guerra
Mundial con que sus aviones de transporte (Junkers Ju 52 y Douglas DC-3) eran un latazo: había que cargarlos por una
puerta lateral, el piso estaba inclinado y podían llevar poca carga, además de
ser viejos y lentos. Y encima no eran un producto francés. Se hizo un concurso
para un avión de transporte moderno que ganó la Société Nationale de
Construction Aéronautique du Nord (SNCAN, o para simplificar, Nord) con el modelo Nord 2500, que voló
en 1949. Una versión mejorada con motores más potentes, el Nord 2501 Noratlas
, se convirtió en el transporte estándar francés de los años 50 y 60. Alemania
(que los construyó con licencia), Portugal y Grecia también los utilizaron.
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Un Noratlas alemán preservado en el Luftwaffen Museum.
Antigua base de la Royal Air Force en Gatow, cerca de Berlín. Alemania, 2008.
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En realidad, el avión no
es nada original: los alemanes durante la guerra ya habían dado con la
configuración ideal de transporte. El Arado
232 de 1941 tenía un fuselaje en forma de caja suspendido del ala alta,
una rampa de carga trasera, cola alta para acceso fácil de camiones y tren
triciclo robusto. Los yankis también vieron todo esto y crearon el Fairchild C-82 Packet, que voló en
1944.
El Noratlas sigue teniendo un aspecto imponente con sus grandes motores radiales en barquillas
que se prolongan hasta la cola, sus grandes ruedotas y las puertas traseras con
ojos de buey.
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Todo lo que queda de este
Noratlas es la caja del fuselaje. Chateau de Savigny-les-Beaune 2014. |
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Uno de los dos Noratlas
que tiene la colección Ailes Anciennes de Toulouse, 2015. |
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El entelado de las superficies de mando se ha perdido con el
tiempo.
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Aunque fabricados en Francia por SNECMA, los enormes motores radiales
de 14 cilindros y más de 2.000 caballos eran Bristol Hercules ingleses.
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Camouflage. |
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Los portugueses usaron Noratlas en sus guerras coloniales africanas. Este Nord 2502F impecablemente restaurado muestra las grandes compuertas traseras que facilitaban la carga y descarga, aunque no se podían abrir en vuelo, y el espacioso interior. El maniquí queda un poco almidonado, pero da realismo. Museu do Ar, Sintra, Portugal, 2017. |
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