Este raro velero que les muestro tiene 15 metros de envergadura y está hecho en madera. No es un velero de verdad. ¡Es un aeromodelo! De hecho, el más grande que se ha construido. Representa un Küpper Kü-4 Austria de 1932 a escala 1:2 (¡!).
El velero original pretendía aprovechar al máximo las ascendencias sin necesidad de girar. Robert Kronfeld se había dado cuenta a principios de los años 30 que era posible volar recto sin perder altura por debajo de una calle de nubes: en las ascendencias daba un tirón y aprovechaba al máximo la energía. En las descencendencias volaba rápido para llegar lo antes posible a la siguiente térmica. Esta técnica se sigue utilizando hoy.
Había que construir un velero que tuviera el máximo coeficiente de planeo y el mínimo descenso posible. Entonces ya se sabía que para eso era necesario el máximo de envergadura y alargamiento posibles. Se dirigió al Akaflieg Munich donde su lider August Küpper creó una enormidad de 30 metros de envergadura y un alargamiento de 26, mucho mayor que cualquier velero de la época. Un jet de pasajeros pequeño como el Embraer E Jet tiene 29 metros. Hubo que esperar al año 2000 para que volara un velero más grande: el Eta de 30,9 m, que por lo demás pretendía en general lo mismo.
Me lo invento, pero incluso con la envergadura extrema y un alargamiento tremendo, no sé si llegaba siquiera a 1:40 de planeo y además a no mucha velocidad. Quedaba mucho desarrollo por delante.
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El Austria estaba construido en madera. Estaba terminado en gris pulido. Por el tamaño y el color acabó siendo "el elefante". Llevaba flaperones en toda la envergadura para poder disminuir la resistencia en las transiciones, que dieron muchos problemas. Llevaba también aerofrenos en los timones gemelos de la cola (al accionarlos ambos timones se desplegaban hacia fuera), porque comprendían que se necesitaba algún tipo de control del descenso. Era la primera vez que un velero los llevaba, y en general no eran efectivos.
No se conocen las prestaciones, pero sí que lanzar al aire semejante mamotreto era un lío. Se necesitaba a la vez una avioneta y un camión para remolcarlo. Aterrizar tampoco era fácil. Kronfeld voló en la competición anual en la Wasserkuppe. Se metió en nube, se desorientó, el avión entró en una espiral descendente y se partió en vuelo en múltiples trocitos. Tuvo mucha suerte de saltar en paracaidas. Y fue su última competición: era judío y al año siguiente le prohibieron volar.
Kronfeld realmente le echó narices para volar en aquel monstruo. Cualquier cosa podía ir mal, y de hecho, fue mal. No me gustaría volar en un Austria.
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Viendo que no había futuro en el concepto, los diseñadores tiraron por otras vías. Pero el velero de tremenda envergadura quedaría como asignatura pendiente. No había más que esperar a nuevos materiales y técnicas.
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