El Albatros D.V
es un caza alemán de la Gran Guerra
que tiene un aspecto estupendo. El
fuselaje redondeado de sección oval, los planos de cola chatos y las alas sesquiplanas
características hacen que parezca un primitivo avión de carreras. Y sin embargo
era una máquina muy letal, pensado
para abatir a sus oponentes a tiros, con sus dos ametralladoras sincronizadas, que llevaba encima del capó.
La fabulosa colección de Old
Rhinebeck tiene una réplica de un Albatros D.Va construida por el fundador,
Cole Palen, en los años 70. Arriba, despegando. En el centro, tomando altura.
Abajo, aspecto característico. Estados Unidos, 2015.
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El modelo D.V pretendía ser una mejora del anterior D.III,
pero más bien resultó ser una "peora".
El nuevo caza voló en abril de 1917.
Las modificaciones que introdujo el diseñador Robert Thelen no le hicieron ganar mucho respecto a su antecesor.
Pero es que además las alas se rompían
en vuelo al picar, especialmente la inferior. Imagínense la cara de los
pilotos, especialmente la de los que iban dentro de un avión que acaba de hacer
crac. El famoso Richtofen no los
quería ni ver, prefiriendo su viejo D.III.
Arriba, el avión llegó a volar con un motor Mercedes original, pero
luego se cambió por un Ranger más fiable. Abajo, voluntarios vestidos de época
sacan el avión a pista. Un SPAD S VII que hace de
archienemigo despega primero.
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Los problemas se intentaron
arreglar con la versión D.Va, que
llevaba refuerzos estructurales. Pero nunca se solucionaron del todo. Además, el
aumento del peso, a pesar de
instalar un motor Mercedes
ligeramente más potente de 180 HP, hizo que los nuevos cazas aliados (SPAD S
VII y XIII,
Sopwith Camel y S.E.5)
resultaran superiores.
El Museo
del Aire y del Espacio de Washington tiene uno de los dos únicos Albatros D.V
originales que quedan. Sirvió de
modelo para construir el avión de Old Rhinebeck cuando se restauró. Estados
Unidos, 2015.
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Pero los alemanes en aquel
momento no tenían otra cosa: los Fokker
DR.I y Pfalz D.III eran peores.
Así que ordenaron la producción masiva del aparato (se hicieron unos 2.500),
que se convirtió en el caza alemán más
numeroso de los dos últimos años de la guerra. Para cuando llegaron los
mucho mejores Fokker D VII y Siemens-Schuckert
D III, la guerra en el aire - y en general - estaba perdida.
El Museo
de la Royal Air Force de Londres tiene esta réplica de un Albatros D.Va que
se construyó en Nueva Zelanda y voló una temporada con un motor original. Desde
el 2012 está en el museo. Londres, 2016.
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Lo cual no quita para que estos
bonitos aparatos tuvieran también sus éxitos.
En manos de expertos podían ser temibles.
Según parece, eran y son aviones relativamente fáciles de volar, maniobrables y
con pocas pegas. Salvo el ligero problemilla estructural... Menos mal que las réplicas
modernas no tienen que huir en un picado
salvaje de otro caza que les esté abrasando a tiros.
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