sábado, 23 de marzo de 2019

La Bücker (2)

Descubrimiento

No sé si es la primera Bücker que vi al natural. Puede ser. Pero sí es la primera que tengo fotografiada. En un día de exhibición en el aeropuerto de Villanubla (Valladolid) en 1980, además de paracaidistas y aeromodelismo, podías pasearte entre las avionetas del Aeroclub aparcadas al aire libre. Una de ellas era una Bücker con el entelado despintado y rasgado, las ruedas desinfladas y aspecto de total abandono.

Qué desastre. Villanubla (Valladolid), 1980.

Me lo invento, pero podría ser cierto: el Ejército del Aire había cedido unas cuantas de sus Bücker a los aeroclubes. Por desinterés y falta de espacio en el hangar, la dejaron fuera. En muy poco tiempo aquella joya histórica se convirtió en una pena. Afortunadamente en otros casos no fue así, y años después vi volar en una exhibición acrobática otra Bücker: para entonces ya era un forofo aeronáutico y aquel chisme me fascinaba.

La EC-DAO hizo una bonita exhibición acrobática. Yo quería pilotar una. Este avión fue uno de los cedidos por el Ejército del Aire al Aeroclub de Valladolid. Posteriormente pasó a la Fundación Infante de Orleans. Villanubla (Valladolid), 1986.

En una ocasión, a mediados o finales de los 90, pude entrar en el hangar 2 de Monflorite, que siempre estaba cerrado a cal y canto. Se iban a llevar el material de Aviación Civil que allí había. No tenía cámara y esto pasó antes de los móviles. El hangar estaba literalmente lleno de repuestos de Bücker: fuselajes de tubo de acero soldado, alas apiladas mostrando sus largueros y costillas de madera (con sus vetustas etiquetas de papel atadas a los extremos, escritas con tinta a mano), planos de cola, ruedas, carburadores, cables... de todo. Y puede que una docena de cajones con motores Tigre (alguien dijo que estaban pasados de horas... no lo sé). Allí había como para hacer varias Bücker nuevas. Y no sé dónde iría todo aquello.

En la impresionante colección de la Fundación Infante de Orleans hay 5 Bücker. EC-ERO en un domingo de exhibición de 1990. Cuatro Vientos (Madrid).

Volando la Bücker

Sólo he volado en una en 3 ocasiones, todas en la EC-DAI del Aeroclub de Menorca, cortesía de R, al que estoy más que agradecido. Por tanto mi experiencia es corta. Pero intensa. Si quieren una descripción más objetiva, prueben por ejemplo aquíMontarse en una Bücker es complicado, sobre todo si eres largo. Con equipo militar y paracaidas debía ser la risa. En el recorte semicircular del plano superior hay un par de asas en el borde fuga que facilitan un poco la operación. Una vez dentro, aquello es razonable, crudo (un cuadro de instrumentos mínimo, palanca y pedales grandes), huele a avión (mezcla indefinible de madera y tela barnizada, gasolina y pringues diversas) y sobre todo no ves ni torta hacia delante. Estás rodeado de planos y cables, y el chisme parece muy pequeño.

El característico recinto compartimentado con murallas del Lazareto de Mahón desde la Bücker EC-DAI. Menorca, 1995.

El motor de arranque parece que sufre al hacer girar un Tigre. Una vez en marcha tiene un sonido característico, casi oyes cada pistonada. Tras calentar y chequeos te vas a la pista haciendo eses, la única manera de ver. En el aire te empiezas a dar cuenta de que volando la legendaria maniobrabilidad y docilidad del avión es cierta. El avión se lleva fácilmente y con pequeños movimientos de los mandos se inclina y gira en un suspiro.

Después de volar con R. Me gustaba el esquema de pintura "civil" en azulón con rayas amarillas. Menorca, 1995.

Si además vuelas bajito y costeando en levógiro el perímetro de Menorca, aquello es inolvidable. A unos 150 km/h van pasando lugares preciosos: el Puerto de Mahón, el faro de Favaritx, el de Cavallería, Punta Nati, la estrecha ensenada de Ciudadela, las calas del sur, el arenal de Son Bou, dejar el aeropuerto por la izquierda y finalmente hacer unos rizos y toneles antes de aterrizar en San Luis. Ese fue mi primer vuelo. Y otros años repetí, claro. Una vez, R picó con decisión desde el mar hasta ponerse a un par de metros del agua y en dirección a tierra. Está loco, pensé. Entramos rugiendo en una cala y al llegar a los árboles tirón, subida en vertical, caída de ala, bajar y salir de nuevo al mar. Creo que lo tenía preparado.

Por la razón que sea, el Aeroclub decidió volver al esquema de pintura original militar. Menorca, 2004.

¿Me compro una Bücker?

No exactamente comprar. La cosa consistía más bien en tener derecho de uso. El Aeroclub de Zaragoza tenía dos Bücker cedidas. Un par de socios que se habían dedicado a restaurar y poner una en vuelo vendían esa digamos exclusividad. La idea era adquirirla entre unos pocos socios y disfrutar de un avión histórico molón y acrobático.

EC-FSH iba a ser la Bücker de mis sueños. Santa Cilia (Huesca), 2002.

La verdad es que me lo pensé muy seriamente. Por aquel entonces tenía ya el PPL, volaba habitualmente en todo tipo de veleros, y digamos que me sentía capacitado para volar cualquier cosa. Incluso para asumir unos costes que no eran precisamente pequeños.

La otra Bücker del Aeroclub de Zaragoza con los planos izquierdos desmontados y acumulando polvo en 2014.

Al final se impuso el sentido común. Porque además la Bücker, aunque la ponen en todas partes como sencilla de volar, resistente y fiable, más bien no es así. Es sencilla sólo cuando estás en el aire. Despegar y especialmente aterrizar exigen mucha experiencia y mano fina con los mandos. Deja de ser resistente en cuanto no haces todo a la perfección. Y los aviones históricos con vetustos motores siempre son complejos de mantener.

La Bücker EC-DAP del Aeroclub de Bilbao muestra que un desliz al aterrizar puede resultar fatal. Al menos es una oportunidad de restaurarla y pintarla de otro color. Por favor. Santa Cilia (Huesca) 2000.

Soñar es gratis

Así es como me veía yo: haciendo suaves maniobras acrobáticas en un cielo azul con una sonrisa y una bufanda blanca. No quita para disfrutar cuando es otro el que las hace.



G-BSAJ se fabricó en Cádiz en 1952 y está impecablemente restaurada con su motor Tigre original. Está pintada con el esquema utilizado para las Olimpiadas de Berlín en 1936. Vean en la foto de abajo el zancudo y estrecho tren. En tierra sin embargo las patas se abren. Esto es por los amortiguadores de aceite, que mitigan el choque al aterrizar. Incluso así, el aterrizaje es muy delicado. Duxford (Inglaterra), 2018.

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