El primer avión de éxito pensado simplemente para divertirse, no para matar al vecino o para uso comercial, fue el de Havilland DH.60 Moth (polilla). Tras un par de intentos fallidos, uno por grande (el de Havilland DH.51) y otro por pequeño (el de Havilland DH.53 Hummingbird), el diseñador Geoffrey de Havilland dio con el avión adecuado, que voló en 1925.
El Moth se llama así porque su creador pensó desde que lo estaba diseñando en ponerle alas plegables. Las alas giran sobre la fijación del larguero trasero, al fuselaje la de abajo y al depósito de gasolina la de arriba, y se mueven hacia atrás quedando pegadas al fuselaje. A de Havilland, que además era un estudioso de los lepidópteros ("polillero") le pareció que era igual que una polilla, y con polilla se quedó. Y además de sus muchas versiones con variaciones de Moth, una decena de sus aviones ligeros posteriores llevan el nombre (polilla esto o lo otro), como el famoso Tiger Moth o el Leopard Moth.
Hoy damos por hecho la existencia de los aviones privados ligeros. Pero en los años 20 la Primera Guerra Mundial estaba muy reciente, la aviación tenía pocos años de existencia y la aparición de este avión fue todo un fenómeno. La aviación nunca ha conseguido ser algo para todo el mundo, como sí lo son los coches, pero el Moth realmente acercó el vuelo a mucha más gente en la sociedad británica de entre guerras.
A que mola. La foto de arriba es de 1993 y la de abajo de 2018. Sólo me costó 25 años volver a Old Warden. |
El avión es típico de su época: un biplano de dos plazas, con tren fijo y motor delante. Inicialmente todo estaba hecho en madera y las alas y cola estaban recubiertas de tela. De Havilland no tenía disponible un motor apropiado, ni por potencia ni por peso. Así que le encargó a Frank Harfold que hiciera uno baratito. El motor era un ADC Cirrus de 65 HP de 4 cilindros en línea. Que era básicamente "medio" Renault 8G, un motor V-8 de la guerra (¡!). Utilizaba cuatro cilindros, pistones, bielas y otras piezas, con un carter y cigüeñal nuevo.
Un motor Cirrus. Air Zoo, Kalmazoo, USA, 2019. |
Un avión Moth nuevo en 1925 costaba 650 libras, que en términos actuales son unos 55.000 euros. Me compraría directamente un Moth nuevo si existiera la posibilidad. Esto era lo suficientemente asequible para que el Gobierno británico pensara en promocionar el deporte aéreo, creando 5 clubs de vuelo que se dotaron con Moths: Londres, Lancashire, Midlands, Newcastle y Yorkshire.
Me exaspera un poco que en Museo del Aire de Madrid den tan pocos detalles de los aviones que tienen, una de las colecciones más impresionantes del mundo. En esta fila de aviones pintados por el lado izquierdo de republicanos se ve un Moth, un Hispano Aviación E-34, un Tiger Moth, un Caudron Luciole y una réplica de un Fokker triplano. También se ven en el techo un Baby y un SG-38. Me he esforzado mucho, pero me ha sido imposible encontrar de cuándo es el Moth. Sé que voló para la República en Murcia, que pasó por los aeroclubes de Baleares, Zaragoza y Valencia como EC-AFQ y que terminó en el museo en 1973. |
Además de usarse para entrenamiento y viajes de turismo, el avión se usó para las carreras y pronto fue famoso en vuelos de larga distancia. El primer Moth construido voló pilotado por Alan Cobham de Londres a Zurich y vuelta el mismo día de mayo de 1925 (¡!). Lo cual no les parecerá mucho (unos 1.600 km), pero a 130 km/h más bien exige paciencia. Esto pronto se quedaría en poca cosa. En 1927 un Moth voló de Londres a Ciudad del Cabo, y en 1930 la piloto Amy Johnson voló su Gipsy Moth de Inglaterra a Australia (unos 18.000 km).
Las ventas eran buenas y se fueron incorporando mejoras. Cómo no, se pusieron motores más potentes, incluyendo variantes del motor Cirrus (que pasaron a ser Cirrus Moth) y también con el motor radial Armstrong Siddeley Genet (Genet Moth). Pero de Havilland pronto se dio cuenta de que no podía depender de un motor basado en excedentes de guerra, así que encargó un motor nuevo a Halford, que además iba a fabricarse en su propia compañía, para tener todo controlado y poder bajar costes de producción. El motor se llamó de Havilland Gipsy, y el avión pasó a llamarse de Havilland Gipsy Moth.
Un motor Gipsy I. Brooklands Museum, Inglaterra, 2016. |
Este motor se convirtió en un clásico que propulsaría un montón de aviones ligeros. Inicialmente tenía 5,2 litros y daba 100 HP, pero además de aumentar la potencia pronto hicieron algo que parece poca cosa pero que tuvo su importancia: darle la vuelta y poner los cilindros hacia abajo (¡!). Esto permitía mejor visibilidad y alejar la hélice del suelo. el nuevo motor pasó a llamarse Gipsy Major y el avión Moth Major. Además de propulsar al Moth se usaría para todavía más montón de aviones, incluyendo el más famoso sucesor Tiger Moth y el de Havilland Canada Chipmunk.
Un motor Gipsy Major con cortes para ver las tripas. Brooklands Museum, Inglaterra, 2016. |
De Havilland siguió desarrollando el avión. Se pensó y construyó una nueva versión con fuselaje de tubo de acero soldado más resistente (DH.60M, por metálico). Los militares británicos por su parte no terminaban de aceptar el avión como entrenador, aunque sí compraron una serie corta de DH.60T Moth Trainer derivados del DH.60M.
Los ingenieros volvieron al tablero de dibujo y las alas se aflecharon para dar más sitio de salida al alumno que iba sentado delante. El nuevo avión se juzgó lo suficientemente diferente como para pasar a ser el de Havilland DH.82 Tiger Moth, que se convertiría en el entrenador estándar de los pilotos británicos para la siguiente guerra. Por otra parte, es lo mismo que le pasó a la Bücker.
Incluso con el desarrollo en general de la aviación deportiva en los años 30, el de Havilland Moth se convirtió en prácticamente el estándar británico de avión "civil", desde su introducción a mediados de los 20 hasta prácticamente la Segunda Guerra Mundial. Se hicieron en total 1.535, que son muchos para una avioneta en su época. Se construyeron en Estados Unidos, Canadá y Australia. Y se vendieron a un montón de países.
Quedan pocos Moth. En general, unos 50 o así en vuelo. Que ya es. Todavía es posible comprar uno. Y hay quien les cuenta cómo es volar en una. Denys Finch-Hatton se llevó a volar a Karen Blixen en una Moth por Kenia. Siempre me emocionará. Incluso hay quien se ha tomado la molestia de recoger la suerte de todas las construidas. Me conformo con haber visto una tarde de verano cómo volaban dos de las más antiguas por la campiña inglesa.
De nuevo el Moth blanquito volando y tomando "de ruedas" en la seca hierba veraniega de Inglaterra. |
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