miércoles, 16 de mayo de 2018

AERO - Friedrichshafen

(1) El espectáculo también está fuera

Por tercer año consecutivo he ido al sur de Alemania a Friedrichshafen, a ver la feria AERO. Es la mayor feria de Europa decicada a la aviación no militar y no comercial. Y de nuevo había muchísimo que ver, aparte de que hacía un tiempo estupendo, el campo estaba lleno de florecitas, y el lago Constanza es un sitio precioso, con los Alpes nevados al fondo.

Descendiendo hacia Memmingen se veía el aeropuerto de Friedrichshafen. Fíjense en el conjunto de pabellones de la feria en la parte norte. Se ve también el enorme hangar de zeppelines con uno fuera.

La feria es impresionante. Pabellón tras pabellón de absolutamente todo, desde un tornillo aeronáutico hasta reactores ejecutivos que cuestan millones. Pero hay otro espectáculo fuera de la feria: cientos de aeronaves que despegan y aterrizan constantemente, de gente que acude volando a ver  la feria.


Dar una vuelta en un Zeppelin NT te permite mirar los cientos de aviones repartidos por el aeropuerto.

¡Quién sabe! Puede que durante los 4 días que dura la feria el aeropuerto de Friedrichshafen tenga más movimientos que cualquier otro en Europa. Raro es el minuto que no entra o sale algo. La variedad es prodigiosa: además de un millón de avionetas de todo tipo y color, la tira de ultraligeros, costosos jets de gente rica, helicópteros y algún que otro warbird, a todo ello se añade el tráfico del habitualmente tranquilo aeropuerto de provincias: unos poquitos reactores comerciales y un par de zepelines.


Sí, zeppelines: Friedrichshafen era donde se construían los originales, y desde hace 20 años hacen unos modernos dirigibles que ponen una nota de originalidad en el cielo de la zona.


Todo este lío de cosas que vuelan atrae cada vez más gente. Los sitios más ventajosos para fotografiar están llenos de spotters, que van a la caza de todo chisme aéreo que aparece por allí.

Un spotter tomando nota en una larga fila de aviones aparcados.

Entre ellos merece la pena destacar la terraza del Museo Dornier, que además de ser en sí un edificio notable y tener una colección muy interesante de aviones, tiene una zona de césped con mesitas que da a la pista. Unas estupendas y amabilísimas chicas te sirven una cervecita y allí puedes pasar el rato viendo aviones.

Sobrevolando los pabellones de la feria, que recuerdan a enormes hangares. Vean la sombra del Zeppelin.

Qué más se puede pedir.

La zona de exposición al aire libre. Arriba, varios aviones en venta. Los dos siguientes aviones blancos con alas en flecha son Embraer Legacy 450 y Phenom 300. A continuación, el nuevo reactor ejecutivo Pilatus PC-24 (azul y blanco) y el veterano PilatusPC-12 (plata y negro). Por último, el stand de Diamond con un bimotor DA-62 y una DA-50.

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