(1) El espectáculo también está
fuera
Por tercer año consecutivo he ido
al sur de Alemania a Friedrichshafen,
a ver la feria AERO. Es la mayor feria de Europa decicada a la aviación no militar y no
comercial. Y de nuevo había muchísimo que ver, aparte de que hacía un
tiempo estupendo, el campo estaba lleno de florecitas, y el lago Constanza es
un sitio precioso, con los Alpes nevados al fondo.
Descendiendo hacia Memmingen se veía el aeropuerto de Friedrichshafen. Fíjense
en el conjunto de pabellones de la feria en la parte norte. Se ve también el
enorme hangar de zeppelines con uno fuera.
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La feria es impresionante. Pabellón tras pabellón de absolutamente todo,
desde un tornillo aeronáutico hasta reactores ejecutivos que cuestan millones.
Pero hay otro espectáculo fuera de la
feria: cientos de aeronaves que
despegan y aterrizan constantemente, de gente que acude volando a ver la feria.
Dar una vuelta en un Zeppelin NT te permite mirar los cientos de
aviones repartidos por el aeropuerto.
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¡Quién sabe! Puede que durante
los 4 días que dura la feria el aeropuerto de Friedrichshafen
tenga más movimientos que cualquier
otro en Europa. Raro es el minuto que no entra o sale algo. La variedad es prodigiosa: además de un
millón de avionetas de todo tipo y color, la tira de ultraligeros, costosos
jets de gente rica, helicópteros y algún que otro warbird, a todo ello se añade el tráfico del habitualmente
tranquilo aeropuerto de provincias: unos poquitos reactores comerciales y un
par de zepelines.
Sí, zeppelines: Friedrichshafen
era donde se construían los originales, y desde hace 20 años hacen unos
modernos dirigibles que ponen una nota de originalidad en el cielo de la zona.
Todo este lío de cosas que vuelan
atrae cada vez más gente. Los sitios
más ventajosos para fotografiar están llenos de spotters,
que van a la caza de todo chisme aéreo que aparece por allí.
Un spotter tomando nota en una larga fila de aviones aparcados.
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Entre ellos merece la pena
destacar la terraza del Museo Dornier, que además de
ser en sí un edificio notable y tener una colección muy interesante de aviones,
tiene una zona de césped con mesitas que da a la pista. Unas estupendas y
amabilísimas chicas te sirven una cervecita y allí puedes pasar el rato viendo
aviones.
Sobrevolando los pabellones de la feria, que recuerdan a enormes hangares.
Vean la sombra del Zeppelin.
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Qué más se puede pedir.
La zona de exposición al aire libre. Arriba, varios aviones en venta.
Los dos siguientes aviones blancos con alas en flecha son Embraer Legacy 450 y Phenom 300. A continuación, el
nuevo reactor ejecutivo Pilatus PC-24 (azul y blanco) y el veterano PilatusPC-12 (plata y negro). Por último, el stand de Diamond con un bimotor DA-62 y
una DA-50.
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