Entre las muchas aeronaves que se han llamado Eagle (águila), este curioso chisme es para algunos el primer dirigible. En 1834, el Conde de Lennox, un escocés que vivía en Francia, intentó elevarse en el aire en él, pero no lo consiguió. Demasiado pesado, al parecer. La multitud que asistía al intento en el Campo de Marte de París terminó destruyendo el invento (¡!). Panda de salvajes desagradecidos... sólo porque no volaba.
El caso es que introducía alguna ideas interesantes y otras absurdas. Entre las primeras, era la primera vez que alguien entendía que para moverse propulsado por el aire necesitabas una forma aerodinámica... de dirigible, claro, y no redonda de globo. La cosa tenía unos 50 metros de largo y unos 3.000 m3 (un Zeppelin NT actual es bastante más grande). Además llevaba un largo timón de dirección en la barquilla para maniobrar en el aire.
Lo más ¿innovador? son las cuatro paletas de propulsión a cada lado. Estaba previsto moverlas a mano mediante cuerdas, como si fueran remos, para mover aquella cosa. No se sabe cuanta chusma estaba prevista para hacerlo (en la litografía original se ven 8 siluetas de personas). Todavía faltaban unos años para que alguien consiguiera moverse por el aire con algún tipo de propulsión.
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